Uno de los grandes males de nuestra república de siempre, especialmente de la IV y que se ha exacerbado en la V, es la incapacidad, cobardía, ineptitud o mala fe de nuestros dirigentes para establecer sistemas, metodologías, políticas y procesos que garanticen pulcritud, limpieza, honestidad y transparencia en los procesos de procura del Estado, sea a nivel central, estatal o municipal, o descentralizado, lo cual ha facilitado el nacimiento de “grandes fortunas” y “poderes” que la complicidad conchupante impide cuestionar, no vaya a ser que al denunciante lo condenen cual oprobioso “chino” de otros tiempos, por no referirnos a los casos recientes que todos conocemos pero que nadie quiere o se atreve a abordar.
Los ciudadanos que no vivimos del Estado, ni nos gusta apostar en las gradas de la gallera, estamos cansados de ver como el gobierno de turno, cualquiera sea su color, utiliza abusivamente el poder de la ejecución presupuestaria para pagar favores o premios de guerra, financiar sus propias organizaciones, comprar conciencias y hasta por que no decirlo, garantizarle el futuro a los nietos del jerarca de turno que administra la Hacienda como si fuera su propio peculio.
Uno queda boquiabierto y asqueado cuando observa en cadena nacional como “el funcionario de turno” saca un poquito de aquí y un poquito de allá para ponerle unos churupitos a la misión de turno y calentarle el ánimos a los coristas hambrientos de migajas como si hablara de su propio peculio y no del patrimonio nacional, o cuando se ve al mismo gerente público inaugurando pancartas y colocando fotogénicas piedras que en el mejor de los casos sirven para luego incrementar el archivo del fiscal o contralor de turno hasta que sea políticamente correcto o conveniente hurgarlo y purgarlo. Peor es el espectáculo de los perros que debajo de la mesa esperan que el amo sacuda la chequera para que algo les salpique, sin importarles con que se adereza la salpicadura que lo mancha para luego mostrar pública e impúdicamente, algunos hasta orgullosamente, los réditos de la conciencia vendida.
Cuando el petróleo está en alza y las conciencias en baja la labor se facilita y hemos terminado viviendo en una sociedad de cómplices incapaz de auto-controlarse, que con todo desparpajo despilfarra el ingreso fiscal y compromete el futuro de todos, construyendo castillos de naipes y vendiendo su patrimonio ético y moral con tal de conseguir la tajada que lo saque de la pobreza y lograr dormir tranquilo, aunque sea con un solo ojo.
Y uno pensaría que eso va a cambiar con los vientos que soplan por los lados de la MUD y su candidato estrella, que alega dirigir a un Estado de Transparencia Total por los predios que gobierna, alegato que nadie prueba a ciencia cierta, aunque se le fabriquen premios adulantes al respecto, cuando en realidad es imposible para un ciudadano común saber algo tan simple como cual es el porcentaje de asignación del presupuesto del Estado en forma de ofertas públicas y cual es el que el líder de la oposición se gasta a su leal saber y entender. Y siendo este el nuevo paladín de la transparencia en la ejecución presupuestaria, imagínese usted lo que queda para los demás.
¡Capriles puede ganar!..., ya muchos sacan sus cuentas.
El reto no es fácil, porque la Unidad ha sido muy costosa lograrla y eso hay que pagarlo. Las intenciones pueden ser muy buenas pero la realidad es que ni la MUD ni el Candidato han ofrecido una respuesta asertiva, incontrovertible e incuestionable de cómo será manejada la Hacienda Nacional en un gobierno de reconstrucción y mega inversiones como el que se avecina luego de que quienes dirigen en la actualidad hayan raspado la olla.
Todos sabemos o podemos presumir que detrás del poder en Venezuela se mueven intereses económicos cuantiosos y tenebrosos y no es de extrañar que El Candidato de la Unidad se vea ya sometido a los rigores de las propuestas indecentes, mas o menos como en la famosa película protagonizada por Robert Redford, Demi Moore y Woody Harrelson que proponía la posibilidad de que el magnate (Redford) pudiera pagar 1 millón de dólares para obtener los favores sexuales de la esposa (Moore) del pobre idealista, planteando de alguna manera que “nada es gratis” y que “todo el mundo tiene un precio”.
La MUD, que tiene respuestas para todo, incluso articulando 100 propuestas detalladas para impulsar el autobús del progreso, hace un silencio casi sepulcral en cuanto al futuro régimen de políticas públicas en materia de procura que eliminen radicalmente conchupancias y favores que tanta miel arroja sobre el erario público.
Si acaso unas líneas articuladas con buena intención pero sin sustancia cuando nos dice en sus bases programáticas que: “…66. También debe respetarse el ejercicio de las funciones de control político de la Asamblea Nacional, puesto que es indispensable la transparencia en el ejercicio del poder, muy especialmente en los asuntos relacionados con el manejo de fondos públicos…” y luego agrega que: “… 397. En procura de la eficiencia del gasto será necesario detectar y corregir progresivamente duplicidad de funciones, descartar proyectos inviables, adoptar procesos de licitación como mecanismo preferente para asignar compras y proyectos del Estado, publicar informes de gestión, simplificar trámites y revisar acuerdos internacionales que pudiesen perjudicar a la República.”
Eso no es suficiente. Es claro que un ente que ha revisado con tanto celo un programa y una propuesta y termina con estas líneas o no ha hecho la tarea o uno podría preguntarse si acaso no le interesa hacerla.
Alguien por allí le dio a Miranda un premio como el Estado mas Transparente, que solamente lo compara con otros Estados del país que sabemos sufren de lo mismo y lo convirtió en rey en el reino de los ciegos y no con relación a gobiernos o estados donde verdaderamente se haga honor a la pulcritud de la gestión pública. Mas allá del premio, en realidad Miranda, ergo la Unidad, no exhibe políticas públicas de procura que garanticen una verdadera transparencia y que aseguren una ejecución presupuestaria pública y a disposición de cualquiera que desee acceder al mas mínimo detalle, tanto en la programación del gasto o inversión, como en la asignación presupuestaria vía contrataciones abiertas y transparentes, a la luz de todos.
Está claro que GANAR la Presidencia es absolutamente indispensable para poder pensar en la próxima Venezuela, pero también es importante reconocer que la reconstrucción del país requerirá de cuantiosas inversiones que van mas allá del petróleo y las fronteras. Lo que Capriles debe resolver de una vez por todas y antes de octubre es como explicarle a quienes comprometerán su futuro junto a él como se garantizará la transparencia mas absoluta, mas allá de los premios y las consignas, que aseguren que al menos su promesa electoral no es un negocio y que con él como Presidente no habrá mas Procura Indecente.
José Andrés Ponce
Democracia Integral
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