Aunque el titular anterior parezca tomado de la Sección de Sucesos del diario Ultimas Noticias, en realidad resume la mas reciente de las políticas monetarias anunciadas por el Banco Central de Venezuela y Ministerio de Finanzas, como consecuencia de la promulgación de la reforma de la Ley de Ilícitos Cambiarios.
Como en todo acto de improvisación, en la rueda de prensa ofrecida por Merentes y Giordani el 18 de mayo se dijo mucho y se mostró poco; tan poco, que tendremos que esperar algo así como 2 semanas para ver materializar la acción de las bandas y así poder decir “… te lo dije – ni con bandas (al menos no con este tipo de bandas) evitarán la especulación mientras el mercado requiera mas dólares que los que se oferten …”, que es muy fácil anticipar de la simple observación de los acontecimientos recientes.
Mas allá de la política monetaria revolucionaria cuyo objetivo pareciera ser “vender el sofá para no ver aquello que no se quiere ver”, la realidad que ella muestra es mucho mas concreta. En esencia, estamos ante una mezcla de 2 posibilidades: estamos requiriendo mas divisas de lo prudente o estamos recibiendo menos divisas de las necesarias. Como siempre, es una combinación de ambas y en ambos extremos hay un factor común – la mano del poder supremo que actúa sin oír razones, por mas buenas que sean sus intenciones.
La devaluación del 11 de enero de 2010 puso en evidencia la ecuación suicida de los últimos años: Menos ingresos por exportaciones petroleras + cero inversión extranjera que tenga “las que te conté de acero” como para invertir en estos tiempos + un gasto fiscal, y no tan fiscal, desbordado, sin controles e impúdico + una caída en los ingresos por la debacle en la actividad económica privada = un régimen buscando culpables donde no están, haciéndole fintas a su sombra y validando la definición de la Estupidez, de Einsten, aspirando resultados distintos haciendo lo mismo (para referencia histórica, solo tenemos que ver los últimos meses del gobierno de Lusinchi y los primeros de Perez II y cual videntes podríamos predecir el origen de algunos de los dolores de cabeza presidenciales y en cierta manera una posibilidad de un futuro no muy lejano).
La camisa de fuerza que se autoimpone el gobierno por pensar – y actuar - como si fueran comunistas que odian la actividad privada, aborrecen las leyes del mercado, renuncian a la posibilidad de que los recursos en manos privadas sean mas eficientes y sobretodo contaminan con ira todo lo que huela a reconciliación, terminará por sofocarlos y en la violencia natural del sofocón tentarlos a cometer errores que solo esperamos que notas como estas los compelan a no hacerlo, aunque solo sea para darle gusto al verbo presidencial anunciando que la economía no cayó, cual lago que crece por obra de la naturaleza o red eléctrica que alumbra por la luz de la paciencia de quien no entiende que las cosas no tienen porque seguir así, sino que pueden ser mejores.
El problema cambiario no lo va a resolver la banda de Merentes por una razón muy sencilla: no hay suficiente oferta de dólares para satisfacer la demanda. Cuando mucho, otra vez Merentes (y su banda) será germen de una nueva oligarquía oportunista que capitalizarán como buitres en la oportunidad especuladora de la escasez, porque aquellos que tengan la “fortuna” de acceder a los dólares provistos por la banda, serán quienes luego les encuentren salidas muy rentables al ofrecerlos al natural mercado emergente de excluidos que a cualquier precio, incluso mas negro que verde, intentarán adquirir las divisas que en definitiva marcarán la referencia de lo acertado o no de las políticas impuestas, precisamente de esos nuevos intermediarios y amigos del presente que serán probablemente quienes se conviertan en los futuros perseguidos y culpables.
Lo mas difícil de todo esto es que el destino, como siempre, es implacable y parece ser inevitable, porque Merentes y Giordani, cual alacranes de la historia que le piden al sapito los ayude a cruzar el río, se manifiestaron como lo hicieron el pasado 18 de mayo conforme a su naturaleza. A los venezolanos solo nos queda buscar maneras de no terminar como los sapitos del cuento.
En el camino de la democracia, la democracia es el camino.
José Andrés Ponce