miércoles, 20 de febrero de 2013

“Elección Histórica”, y no precisamente las municipales son las que están en puertas…



El 7-O los venezolanos fuimos testigos de una serie de hechos que sin dudas impactarán nuestra manera de ser y vivir colectivo y que por los acontecimientos recientes se antojan inconclusos. La posibilidad de entonces era binaria – Capriles o Chávez – pero el alcance de esos comicios a dos tiempos es mucho mas complejo que esa realidad alternativa.

En primer lugar, 7-O marcó la primera elección que en democracia Acción Democrática no fue factor de influencia y, mas allá de nuestras simpatías ideológicas con la democracia social, el fin del “Partido del Pueblo” y su promesa por “pan, tierra y trabajo” como lo conocimos.

En segundo lugar, tuvimos la conformación de dos propuestas significativamente diferentes, alternativas, que se oponen dialécticamente entre sí y que proponen dos formas de asumir el devenir colectivo de nuestra sociedad. Eso es bueno solo si nuestros líderes aprenden alguna vez a sintetizar en su acción política la mejor acción posible, sin ataduras ni obediencias al caudillo de turno que de o quite según su voluntad, sometiendo la libertad y el progreso colectivos a la suya.

Una, la propuesta unitaria desarrollada alrededor de la MUD y abanderada por Henrique Capriles, forjada a través del dolor y el sufrimiento causado por el fracaso del ejercicio democrático al estilo puntofijista, que en un último y desesperado grito clamó por un cambio que resonó en un eco aturdidor que por 14 años solo ha probado lo equivocado que están quienes consideran que el militarismo radical mezclado con el socialismo extremo son una opción posible para la vida en paz y sosiego, Unidad que además ha sido templada por los errores de sectores radicales, inexpertos y/u oportunistas que manipularon la opinión y los deseos de las mayorías para su beneficio propio y que finalmente fue coronada mediante elecciones primarias que ratificaron que las mayorías, cuando se le ofrecen opciones de verdad, siempre saben elegir.

La otra, una propuesta autocrática y caudillista que encarnada en Hugo Chávez, o lo que quedó de él luego de que aquel idealista y revolucionario bolivariano fuera tamizado por la estupidez comunista allende los mares de la felicidad que nadie quiere navegar, reedita con su actuar político reciente la versión del siglo XXI de los episodios mas negros de la historia contemporánea venezolana que no quisiéramos acordarnos, pero que con gran habilidad de aprovechamiento populista y mercenario ha comprado conciencias y vendido sueños de esperanza de un mejor vivir a través de la rebatiña amiguera de las prebendas del poder y la entrega de migajas a tontos útiles y excluidos en la IV y en esta V, que se agotó en el discurso demagógico y se desmoronó en la ejecución mediocre, pero que cabalga sobre el miedo de volver al pasado o de perder la esperanza de un mejor vivir.

Un proceso indudablemente emocionante y un resultado difícil de predecir, aunque haya sido bien leído por unos y matizado por otros medidores de opinión que por ambición personalista y carencia de conciencia fueron capaces de vender su oficio y su profesionalismo al mejor postor, pero que luce determinado por la voluntad de los indecisos y los NI-NI´s que aparentemente actuaron como una suerte de fiel de la balanza a última hora y cuya decisión nadie se atrevía anticipar porque se tomaría justo el domingo electoral, en la cola del centro de votación, o frente a la máquina, justo allí donde “el llegadero” nos confronta con nuestra conciencia.

Hoy sabemos que el 7-O fue otra construcción malabarista e histriónica de quien se vale de todo, incluso timar a su conciencia revolucionaria, con tal de perpetuarse en el poder, por encima y en desmedro de una voluntad popular que hubiese votado diferente si le hubieran presentado la verdadera realidad que se descubrió el 8 de diciembre. No hay ninguna duda que el esfuerzo heroíco y titánico de Chávez por perpetuarse en el poder a costa de todo, incluyendo la estabilidad económica y hasta su propia vida no tiene límites.

Ahora, con el supuesto regreso del Comandante a su realidad, un escenario electoral – y no Municipal por cierto – pareciera irse conformando como la segunda vuelta de una primera a la que faltó el candidato natural de la revolución. Lamentablemente para Chávez y Venezuela, la decisión del Comandante fue lanzarse a una reelección a plena conciencia de que un delfín solo acabaría perdiendo, pero a igual conciencia del inmenso riesgo de su vida misma y la realidad inexorable de su condición médica, le pone la cosa muy difícil al caudillo revolucionario.

Los escenarios electorales de esta segunda vuelta presidencial son por lo menos tres, determinados por el secretismo con que vienen manejando las cosas. Chávez se recupera y retoma el poder para encontrarse inexorablemente con su destino de paciente en condición terminal; Chávez renuncia para utilizar un último aliento para imponer su delfín; Chávez queda totalmente ausente de la contienda por las razones que a todos ocupan y muchos preocupan. En todo caso queda por ver si el amor revolucionario es algo que se hereda y no se gana.

Del otro lado, pareciera que la MUD espera en la bajadita, Capriles mediante, con la paciencia del que sabe que los procesos y las instituciones son mas importantes que los hombres que las encarnan. Pero tampoco la tiene tan fácil el joven gobernador para ocupar – finalmente - el tiempo presidencial que parecía corresponderle desde el 7-O. A Capriles le queda por demostrar su capacidad para orquestar con el desempleado y atractivo ex-gobernador del Zulia, negociar con la AD depauperada y obligada a reinventarse a sazón de los tiempos, incorporar y suavizar a los radicales a quienes las primarias marcaron con la instrucción de moderarse, pero sobretodo capitalizar de los rojos el descontento que las torpezas revolucionarias están causando, agotados por el inmenso gasto y despilfarro que significó el esfuerzo pírrico de reelegir al Comandante, quien como cualquier caudillo tradicional venezolano, su ambición personalista pareciera haber traído un pobre final para sí mismo y acabar como “otro mas” de nuestra historia que pasó sin dejar progreso ni una verdadera huella en la opción de desarrollo al colectivo que dirigió.

Hay un camino!!!, me queda claro, pero mas allá de las consignas y los eslóganes, el camino es la Democracia.

José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com
democraciatuya@gmail.com

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