La democracia tiene por lo
menos un mérito,
y es que un miembro del parlamento
no puede ser más
incompetente
que aquellos que le han
votado.
Vivimos momentos
críticos para la restauración de la democracia; luce posible un resultado
favorable en las elecciones del 6 de diciembre de 2015, pero es irresponsable
hacernos creer que la solución para esta situación de agotamiento del modelo revolucionario
es simplemente electoral y consiste en ganar las elecciones parlamentarias, y
listo!!!
Lamentablemente,
la instauración de una democracia institucional y plural es un proceso mucho
mas complicado y espinoso, que ciertamente pasa por ganar elecciones, pero un
triunfo electoral en las parlamentarias no es garantía de nada sin el manejo asertivo
que de tal se haga. Ganar las elecciones sería muy peligroso para la oposición
triunfalista que cree que la cosa llega hasta allí, obviando el hecho político
de reconocer y discutir abiertamente que eso es solo un comienzo. La MUD no ha
sido responsable con el electorado ni honesta al tratar las perspectivas y
futuro inmediato a la campaña y posterior triunfo electoral.
Los partidos
que actúan en la MUD nos han venido comunicando la idea de que un resultado
electoral favorable permitirá a la mayoría absoluta del 51% o calificada de 66%
- para los mas optimistas - producir leyes de amnistía que liberarán los presos
políticos, así como leyes para la devolución, repatriación o rescate de todos
los dineros apropiados ilegítimamente durante la revolución, o incluso eliminar
errores parlamentarios al dictar leyes inconstitucionales y habilitaciones
presidenciales absurdas, pasando por elegir cabezas de los poderes públicos y
hasta interpelar, censurar y condenar políticamente a todo ministro o jerarca
de la administración pública descentralizada que deba cuentas y no las haya
presentado, entre otras bendiciones.
Sin embargo, hemos
visto otra vez la ejecución de “cuadres” políticos y asignaciones “salidoras” a
merced de liderazgos locales y naturales, así como un reparto descarado de
papeles y posiciones que ha hecho muy fácil la crítica a la oposición que no le
permite la participación en encuestas en sintonía con el malestar social y la
profunda descomposición causada por el mega-desastre que ha sido el alargado
final de un modelo que no funciona.
Con todo el
trabajo magistralmente torpe en materia social, económica, política y jurídica de
la revolución para implosionar y llevarse a todos con ella, las encuestas mas
favorables apenas conceden un 25%-30% de margen de “voto castigo”, cuando no
menos del 80% de los venezolanos reconocen y conceden que este gobierno es el
principal responsable de todos nuestros males.
Yo me pregunto:
¿Puede un país cuyos poderes públicos han sido tomados, subyugados y doblegados
por una minoría usurpadora sin escrúpulos, apoyada por un estamento militar que
se encarga de mantenerlos en el poder, que ejecuta las peores prácticas
lisonjeras, para-policiales, de coacción y hasta extorsión mediática garantizar
la pacífica transición parlamentaria que se espera?
La MUD y sus
partidos, los candidatos a la Asamblea Nacional y los líderes de opinión que
tendrán la responsabilidad de dirigir este avance al pluralismo democrático tienen
que explicar a los electores como van a hacer de la campaña y su resultado la
base de un proceso de transición efectiva para la materialización de su oferta
electoral, y como van a hacer para lograr, entre otras cosas, lo siguiente:
1 Una respuesta efectiva a la previsible versión del
“Dakaso 2015” y como contrarrestar todos los abusos de poder que nos tienen
acostumbrados;
2 El reconocimiento formal del triunfo con un Poder
Electoral claramente sesgado y que no ofrece garantía de árbitro,
particularmente en esas elecciones en circuitos parejos;
3 La instalación de la nueva Asamblea Nacional, con
la nueva composición resultante de los comicios;
4 La aprobación y promulgación de leyes y decisiones
que corresponde a “otros” poderes colocar el ejecútese, “revisar su
constitucionalidad” o perseguir a través de la vendetta pública; y sobretodo
5 Evitar que la constitucionalidad del resultado o
hecho electoral y los demás actos indicados arriba sean confrontados frente a
un TSJ que está claramente cuestionado en la juridicidad de sus decisiones y
que en 16 años de revolución jamás a dictado decisiones a favor de la
oposición.
El detalle de
este proceso que la oposición pasa por alto es que el “voto castigo” no es
garantía de triunfo, paz y reconstrucción. La revolución bolivariana se montó
en dos paradigmas fundamentales que hoy se resume en la “unión cívico-militar”
para hacernos entender que sin ganar la confianza popular y el apoyo militar
institucional ningún esfuerzo electoral por mas exitoso que sea llegará a
puerto seguro.
Mientras la
oposición no presente al gran colectivo nacional un plan que genere confianza y
afecto mayoritario, la institucionalidad castrense continuará subyugada al
poder y con ello el futuro de la democracia, lo que hace que nuestras ideas de
recuperación de la patria – y nuestros destinos – estén a merced del pueblo y
sus soldados.
Hasta que no
aceptemos este reto, seguiremos en rumbo incierto.
José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com
democraciatuya@gmail.com
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