viernes, 4 de septiembre de 2015

A merced del pueblo … y sus soldados


La democracia tiene por lo menos un mérito,  
y es que un miembro del parlamento
no puede ser más incompetente
que aquellos que le han votado.
Elbert Hubbard (1856-1915)

Vivimos momentos críticos para la restauración de la democracia; luce posible un resultado favorable en las elecciones del 6 de diciembre de 2015, pero es irresponsable hacernos creer que la solución para esta situación de agotamiento del modelo revolucionario es simplemente electoral y consiste en ganar las elecciones parlamentarias, y listo!!!

Lamentablemente, la instauración de una democracia institucional y plural es un proceso mucho mas complicado y espinoso, que ciertamente pasa por ganar elecciones, pero un triunfo electoral en las parlamentarias no es garantía de nada sin el manejo asertivo que de tal se haga. Ganar las elecciones sería muy peligroso para la oposición triunfalista que cree que la cosa llega hasta allí, obviando el hecho político de reconocer y discutir abiertamente que eso es solo un comienzo. La MUD no ha sido responsable con el electorado ni honesta al tratar las perspectivas y futuro inmediato a la campaña y posterior triunfo electoral.

Los partidos que actúan en la MUD nos han venido comunicando la idea de que un resultado electoral favorable permitirá a la mayoría absoluta del 51% o calificada de 66% - para los mas optimistas - producir leyes de amnistía que liberarán los presos políticos, así como leyes para la devolución, repatriación o rescate de todos los dineros apropiados ilegítimamente durante la revolución, o incluso eliminar errores parlamentarios al dictar leyes inconstitucionales y habilitaciones presidenciales absurdas, pasando por elegir cabezas de los poderes públicos y hasta interpelar, censurar y condenar políticamente a todo ministro o jerarca de la administración pública descentralizada que deba cuentas y no las haya presentado, entre otras bendiciones.

Sin embargo, hemos visto otra vez la ejecución de “cuadres” políticos y asignaciones “salidoras” a merced de liderazgos locales y naturales, así como un reparto descarado de papeles y posiciones que ha hecho muy fácil la crítica a la oposición que no le permite la participación en encuestas en sintonía con el malestar social y la profunda descomposición causada por el mega-desastre que ha sido el alargado final de un modelo que no funciona.

Con todo el trabajo magistralmente torpe en materia social, económica, política y jurídica de la revolución para implosionar y llevarse a todos con ella, las encuestas mas favorables apenas conceden un 25%-30% de margen de “voto castigo”, cuando no menos del 80% de los venezolanos reconocen y conceden que este gobierno es el principal responsable de todos nuestros males.

Yo me pregunto: ¿Puede un país cuyos poderes públicos han sido tomados, subyugados y doblegados por una minoría usurpadora sin escrúpulos, apoyada por un estamento militar que se encarga de mantenerlos en el poder, que ejecuta las peores prácticas lisonjeras, para-policiales, de coacción y hasta extorsión mediática garantizar la pacífica transición parlamentaria que se espera?

La MUD y sus partidos, los candidatos a la Asamblea Nacional y los líderes de opinión que tendrán la responsabilidad de dirigir este avance al pluralismo democrático tienen que explicar a los electores como van a hacer de la campaña y su resultado la base de un proceso de transición efectiva para la materialización de su oferta electoral, y como van a hacer para lograr, entre otras cosas, lo siguiente:

1  Una respuesta efectiva a la previsible versión del “Dakaso 2015” y como contrarrestar todos los abusos de poder que nos tienen acostumbrados;

2  El reconocimiento formal del triunfo con un Poder Electoral claramente sesgado y que no ofrece garantía de árbitro, particularmente en esas elecciones en circuitos parejos;

3 La instalación de la nueva Asamblea Nacional, con la nueva composición resultante de los comicios;

4  La aprobación y promulgación de leyes y decisiones que corresponde a “otros” poderes colocar el ejecútese, “revisar su constitucionalidad” o perseguir a través de la vendetta pública; y sobretodo

5  Evitar que la constitucionalidad del resultado o hecho electoral y los demás actos indicados arriba sean confrontados frente a un TSJ que está claramente cuestionado en la juridicidad de sus decisiones y que en 16 años de revolución jamás a dictado decisiones a favor de la oposición.

El detalle de este proceso que la oposición pasa por alto es que el “voto castigo” no es garantía de triunfo, paz y reconstrucción. La revolución bolivariana se montó en dos paradigmas fundamentales que hoy se resume en la “unión cívico-militar” para hacernos entender que sin ganar la confianza popular y el apoyo militar institucional ningún esfuerzo electoral por mas exitoso que sea llegará a puerto seguro.

Mientras la oposición no presente al gran colectivo nacional un plan que genere confianza y afecto mayoritario, la institucionalidad castrense continuará subyugada al poder y con ello el futuro de la democracia, lo que hace que nuestras ideas de recuperación de la patria – y nuestros destinos – estén a merced del pueblo y sus soldados.

Hasta que no aceptemos este reto, seguiremos en rumbo incierto.

José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com

democraciatuya@gmail.com

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