viernes, 31 de mayo de 2013

Globovisión (0) – Periodistas (0)



“Es peligroso tener razón
cuando el gobierno está equivocado.”
Voltaire

La libertad y la vida son dos derechos fundamentales que me atrevo jerarquizar en ese orden pues sin libertad la vida pierde mucho sentido. Y me refiero a una libertad plena; una libertad hasta para tomar decisiones que lo lleven a uno al infierno. Pero la libertad tiene matices y enfrenta conflictos como el que vimos esta semana en Globovisión donde se encontraron la libertad de empresa frente a la libertad de expresión y que no siempre producen soluciones aceptables para todos.

Por un lado, es incuestionable el derecho del accionista a vender su participación accionaria, así como del nuevo dueño a tomar las decisiones y ajustes que considere necesarios para la protección de sus intereses empresariales. Al final, Globovisión es un negocio que aún siendo de servicio público y medio de información debe ser manejado con los criterios de rentabilidad y eficiencia que los hagan viable.

Por otro lado, los periodistas deben defender su espacio para el ejercicio de la expresión libre y sin mordaza que la censura, la autocensura y la coerción intentan acallar, incluso a riesgo de su propia vida y voz, porque esa es la garantía de alcanzar el fin último del derecho a la información veraz y oportuna que esta revolución elevó a rango constitucional.

En este choque de aristas de la libertad, el verdadero villano es un gobierno que con vocación totalitaria actúa en nombre del Estado usurpando sus funciones pretendiendo imponer una ideología que precisamente viola el régimen de libertades que la Constitución reclama para los ciudadanos, pues han sido sus ejecutorias mezquinas y de escasa defensa a las libertades – de empresa, de actividad, de comunicación, de información -  las que han dado germen a la diatriba.

Los dueños de Globovisión no se hubieran visto en la necesidad de vender un negocio próspero y rentable si no fuera por una Conatel sumisa, irracionalmente obediente y dispuesta a imponer “la pena de muerte” a través de sanciones pecuniarias insalvables por supuestos ilícitos cometidos por Globovisión que al hacerlos otros medios ni siquiera provocan una palmadita en la mano. Y la pena de muerte la uso con el estricto sentido de la frase, porque Globovisión es una “persona jurídica” que podría desaparecer por el brazo armado del Estado que como en el caso de RCTV condenó a muerte por el único hecho de serle incómodo al gobierno que usurpa al Estado de Libertad, Derecho y Justicia que merecemos todos por el solo hecho de ser venezolanos.

Los periodistas cesantes cuya voz será callada por un tiempo como una sanción injusta al ejercicio de sus libertades, una vez mas porque el gobierno cierra espacios y medios para la expresión libre y ciudadana, al igual que los periodistas sobrevivientes quienes se autocensuran por la sensación de imposibilidad de continuar sus funciones en otro medio ante la carencia de alternativas donde ir a expresar su voz luego del conflicto con los propietarios del medio, son víctimas fáciles del nuevo propietario que igualmente es víctima de la censura del machete virtual que apuntando al cuello los lleva a disfrazar decisiones para no reconocer que sus acciones no son para mejorar su inversión sino para evitar perderla por la amenaza de revocación de una concesión que el gobierno cree que es su derecho manejarla para la coerción política, cuando en realidad es su deber abrir la mayor cantidad de espacios posibles para el ejercicio de la libertad.

El gobierno de los herederos de Hugo Chávez parece acostumbrarse rápidamente a la piel suave e irritable que genera la loción verde oliva que se aplica cerrando espacios para la libertad y la defensa del ejercicio de los derechos civiles y ciudadanos. Lo vemos claramente cuando el gobierno se írrita por el simple hecho de la reunión de Henrique Capriles con el Presidente Santos y nos lo informe CNN hecho este que provoca la amenaza de bloqueo en las cableras.

O con las novelas variopintas que reflejan verdades incómodas y generan la pretensión absolutista de Nicolás Maduro de llamar a los medios para intervenir su programación y aspirar imponer su criterio personal, subjetivo y poco realista de cómo manejar el tema de la violencia mediática, aunque ello aspire lograrlo “imponiendo una transmisión en cadena” llena de verborrea revolucionaria, agresiva, ofensiva y separatista que calienta mas la sangre del país que la escena de la muchacha de barrio que se enamora del señorito, pero que la vocación de poder absoluto obnubila a quien pretende erigirse árbitro de hasta los torneos de perinola que se hagan en cualquier esquina del país.

Una nación donde los ciudadanos no tienen información fáctica de la realidad sino una verdad mediática al tamiz de la revolución no es creíble. Un país donde la libertad al ejercicio de los derechos tiene como límite el gusto o disgusto del gendarme que carente de papel toalet se limpia con las letras de la ley no tiene futuro. Una sociedad donde solo vale lo que yo diga y en la cual solo discuto con quienes coincidan con mis pareceres no progresará jamás.

Lo complicado de todo esto es que el conflicto de poder es con el poder mismo, por lo cual solo aquellos con vocación de héroes pueden doblegar al abuso de poder que se desmorona siempre ante el ejercicio de la dignidad y de aquellos que están dispuestos a asumir el liderazgo del cambio a sabiendas que el mismo se construya sobre sus propias vidas, como recientemente mostró el General Rivero para manejar su absurda y abusiva detención.

No conozco a los nuevos dueños de Globovisión, pero su actitud de estos días aún cuando crean que pudo ser una de “negocios” terminará condenándolos a pelearle la audiencia a VTV o Venevisión.

Si eso sucede, lo agradeceré mucho porque así tendré mas tiempo para leer.

Democracia Integral


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