viernes, 26 de agosto de 2016

¿Gobernar como derecho o como deber? ¡allí está el dilema!


“No queremos revocatorio porque
hemos sido defensores del derecho a gobernar”
Elías Jaua

La cita que antecede evidencia la falta de talante democrático de quienes sostienen y defienden la revolución bolivariana. En palabras del diputado Elías Jaua “gobernar es su derecho”, y aunque tal afirmación revele una gran confusión moral, ideológica y legal entre el derecho a ser elegido y el deber de gobernar y rendir cuentas, ella explica en buena manera la debilidad de nuestra democracia, la irracionalidad revolucionaria y el reto que implica recuperar la institucionalidad en Venezuela.

El “derecho a ser elegido” es indudablemente un derecho político y fundamental de los ciudadanos en democracia, enmarcado dentro de los derechos políticos y las responsabilidades constitucionales inherentes a su ejercicio; no así el “derecho a gobernar”, que si acaso existiera tal majadería, podría referirse a un derecho extinto y anacrónico, supraconstitucional o divino, propio de reyes y monarquías absolutistas, que asumían gobernar como un derecho eterno que no estaba sometido a la soberanía y voluntad de los ciudadanos, ni subordinado a los límites del balance contralor y recíproco de poderes tradicional en las repúblicas democráticas modernas.

Esta absurda afirmación del diputado Jaua es una tontería; está claro y sin duda lo es, pero inquieta en cuanto a que también representa una confesión de quienes luego de ser elegidos por el voto popular, consideran gobernar como un derecho y no un deber, una responsabilidad ciudadana sometida a los límites y controles legales, soberano popular y de los demás órganos públicos, derecho este que además aspiran como supremo y eterno, aún cuando esa aspiración viole flagrantemente el marco constitucional, democrático y republicano originario de esa representatividad.

Esta visión del poder como derecho y no como deber, por absurda que parezca, es lo que impide aceptar a quien así se expresa ser desplazado políticamente, alternado democráticamente o revocado constitucionalmente. Esta aspiración similar al “L'État, c'est moi” («El Estado soy yo») de “Luis El Grande” y parafraseada en Maracaibo por “Hugo El Supremo” cuando reclamó a la gente con aquel nefasto “el líder soy yo”, es el fundamento intelectual de Jaua y compañía para pretender abrogarse un derecho inexistente que terminará seguramente de la misma manera que la historia refiere al francés sucesor y similares cuyo final es vastamente conocido.

No hay duda en cuanto a que ni el preámbulo, ni los principios fundamentales, ni siquiera el título de los derechos fundamentales de la Constitución Nacional preceptúan “el derecho a gobernar”; esto es solo una insensatez mas de las tantas a que ya nos tienen acostumbrados los revolucionarios de este tiempo cuya mentalidad se ubica siglos atrás. No hay ley – al menos venezolana y vigente - que consagre gobernar como derecho. Esta afirmación absurda y arbitraria del diputado Jaua solo puede ser producto de sus fantasías intelectuales y aspiraciones frustradas de una representatividad popular y eterna; y es precisamente allí donde radica la preocupación de su planteamiento.

Un pensamiento como este, absolutista, totalitario y absurdo es en extremo peligroso, porque demuestra la aspiración ilegítima y revolucionaria de perpetuarse en el ejercicio del poder político en Venezuela por encima de la ley, el Estado de Derecho y los principios fundamentales de la democracia institucional y alternativa, desconociendo así los fundamentos de la república y la mas elemental lógica ciudadanía.

No es poca cosa lo que implica la afirmación de quien así piensa. La suposición de un “derecho a gobernar” conllevaría igualmente un planteamiento absolutista y la negación a responder administrativa y penalmente por su ejercicio incompetente y criminal, o a rendir cuentas de su gestión a quienes son los verdaderos titulares del derecho, que es no gobernar, sino ser gobernados bien, lícita, legal y eficientemente.

Elías Jaua y compañía creen, están persuadidos, que gobernar este país, sus recursos y los ciudadanos que conformamos la nación venezolana es su derecho, que asumen además exclusivo y excluyente, una noción estrafalaria de expectativa de derecho con pretensión absolutista. Esta idealización torcida de la democracia y del sufragio les hace creer que haber ganado el voto popular alguna vez, haber sido elegidos para un cargo público y en un período constitucional es un hecho que se transforma mágicamente en un derecho sempiterno que nadie les puede reclamar; o sea un burócrata mas que cree que !esto es suyo pues!.

La verdad es que dan pena los disparates y el desparpajo con que los representantes de la revolución se expresan en estos días, porque estas muestras de ignorancia, absurdo y desfachatez solo da dimensión al reto que tenemos los venezolanos de acabar con estos dislates de quienes así piensan, llamando falazmente “su derecho a gobernar” esto que han materializado en la destrucción política, económica y social de una nación.

Este dilema reflejado en la triste expresión del pensamiento del diputado Jaua no es mas que otro elemento de la larga lista de razones que justifican la urgencia nacional para revocar el mandato de quienes usurpan la voluntad popular y pretenden trastocar la constitucionalidad, asumiendo como derecho lo que en realidad es una responsabilidad por la cual tendrán que rendir cuentas; y la historia recuenta que tan caro les ha costado a quienes los han precedido en esta afrenta.

José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com

democraciatuya@gmail.com

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