jueves, 4 de agosto de 2011

¡Al Tea Party se le aguó la Fiesta!

El acuerdo alcanzado entre el Congreso y la Casa Blanca para elevar el tope de la deuda de los Estados Unidos y con ello evitar (¡otra vez!) el colapso económico del país y quizá del mundo reveló un herido y poderoso “establishement” gringo, nos dio una pista de lo crítico de la situación económica mundial y marcó una preocupante referencia al futuro que se avecina indeteniblemente y amenaza con descalabrar a nuestra desajustada, frágil y maltrecha economía nacional.

Por un lado, los intransigentes “freshmen” del Tea Party quedaron tan diluidos como el hecho histórico que los inspiró al nacer. Elegidos en noviembre con la misión de poner coto a los incrementos del endeudamiento público que ya excede el tamaño de la economía, reducir impuestos y acabar con el “business as usual” de la conchupante clase política americana, parece que al Tea Party se le aguó el guarapo a última hora y con su alineación (o alienación) detrás del líder de la cámara de representantes confirmaron lo que las encuestas ya revelaban respecto a que si bien alrededor de 85% de la población no estaba de acuerdo con la elevación del tope de la deuda, el 66% estaba convencido de su aprobación por un Congreso cómplice y desacreditado, a un alto costo en la popularidad de los líderes del pacto.

Por otro lado, a pesar de lo obvio y público que se hizo la inviabilidad financiera del modelo económico estadounidense - endeudamiento sin límites para financiar gastos desenfrenados e indisciplina fiscal, excesivos compromisos militares y de gasto social financiado con impuestos elevados – que lo ha llevado al borde de la suspensión de pagos y degradación del riesgo AAA de la mas grande y segura economía del planeta, los burócratas plancharon la arruga al vaporoso calor del Té, difirieron para fin de año el tema de los recortes presupuestarios e incrementos de los impuestos y enviaron el tema del tope de la deuda allende las elecciones del 2012.

Todos declararon “victoria”, una pírrica a todas luces. Obama logró su vital aumento de tope de endeudamiento (¡otra vez!) y mantuvo intacto el desenfrenado gasto social y militar hasta mas allá de las elecciones del 2012. Los republicanos lograron evitar el aumento de impuestos (¡por ahora!) y el Tea Party, diluido en el calor de la presión de la decisión y la promesa incumplida, apunta a una enmienda constitucional para decretar (¡como si se pudiera!) la disciplina fiscal de una economía acostumbrada en los últimos 30 años a patear la lata y promover el consumo como solución a sus problemas fiscales y la generación de deuda para financiarlo.

¡Todos ganadores y felices porque el mundo se ha salvado! ¿O será que solo aspiran a que no sea en sus manos que se pierda la república?

El único perdedor como siempre fue el público, que inversionista o no vivió momentos de angustia por un colapso que ve en el horizonte y que nada puede hacer para evitarlo porque la carta que se jugó con el Tea Party también se diluyó en el proceso. Tras el acuerdo, la economía americana avanza a paso de vencedores al encuentro de varias realidades y por mas que crean que le han dado la vuelta en esta instancia, demostrarán que “la economía es terca”, como podríamos ver muy pronto con la desaceleración del ritmo de la economía, la profundización del desempleo y la crisis inmobiliaria, el aumento de las tasas de interés y la inflación, la degradación de la solvencia crediticia del monstruo, y todo porque la situación fue tan evidente que ya los inversionistas tradicionales sencillamente no parecen dispuestos a continuar comprando un “full face and credit” tan caro. Así, la crisis no está planteada por la elevación del tope de la deuda, sino por no haber podido evitarla.

La economía americana es y seguirá siendo por un rato largo la mas grande del mundo y los efectos de sus aciertos y errores se medirán en pasos de gigantes y aunque yo sea poco optimista al respecto, aspiro que el “TBTF” se aplique por un buen rato, al menos hasta que las economías emergentes puedan sustituirlo.

Entretanto, a mi se me seca la garganta al pensar ¿Qué pasará en Venezuela, donde también tenemos síntomas similares a los del gran vecino del norte, pero con muchas mas limitaciones y debilidades?

Aunque la Deuda Pública en Venezuela es un misterio bien guardado y los reportes hablan de 40% del PIB - unos 130 billones de dólares (lo cual luce razonable cuando comparamos con las potencias en crisis), esa cifra no incluye la deuda interna, ni la de PDVSA, de cuyas cuentas se paga todo, ni toma en consideración que nuestro riesgo país es considerado tan elevado que el servicio al financiamiento externo cuesta por lo menos del 12%, sin hablar de descuentos al valor facial de alrededor de 30% para negociarla.

Nuestra inflación es elevada, estructural e incontrolable, y nuestro presupuesto es deficitario, caprichoso e incapaz de atender a necesidades de inversión, sino de gasto improductivo. Nuestra economía no crece en los últimos años y nuestra tasa de desempleo (oficial) es de 8%. Peor aún, nuestro gobierno se empeña en mantener una tasa de cambio controlada artificialmente que no favorece a nada ni a nadie mas que a los especuladores cambiarios, que se lucran y burlan muy rentablemente de las inconsistencias del régimen en materia de política monetaria.

Así, aunque el gobierno nacional no lo reconozca, nuestro futuro y destino económico quedó atado a las consecuencias naturales de la decisión tomada en Estados Unidos y muy limitado por la incapacidad productiva y exportadora de PDVSA.

Al igual que la salud se reciente cuando el paciente no se trata a tiempo, la economía es terca y tarde o temprano impone su ley. Esperemos que el régimen reflexione no solo en el cambio de slogans, sino que actúe a tiempo, antes que sea demasiado tarde.

En el camino de la democracia, la democracia es el camino.

José Andrés Ponce
Democracia Integral
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lunes, 1 de agosto de 2011

La Revolución Vinotinto Vs. La Revolución Rojita



Si usted es como cualquier venezolano o latinoamericano común, seguramente debe haber visto u oído de la sobresaliente actuación de la Vinotinto en la Copa América 2011, de la pasión nacionalista que ha desatado y de los reconocimientos y elogios que ha recibido, venidos de hasta sus mas acérrimos críticos y contrarios.

Al ver jugar a la Vinotinto y luego escuchar las entrevistas a los futbolistas y su Director Técnico, uno se da cuenta que estos venezolanos y su esfuerzo Vinotinto no son casualidad, sino el producto de un esfuerzo orquestado y disciplinado, focalizado en un objetivo común, que se viene realizando desde aproximadamente 1999 – coincidentemente al paso de la Revolución Rojita – y con el aporte colectivo de muchos mas que los protagonistas del juego y con miras a la clasificación de la Vinotinto para una Copa Mundial FIFA de mayores, probablemente Brasil 2014.

Mientras cantábamos los goles y gozábamos los triunfos de la Vinotinto, me pregunté ¿Cómo es posible que estos venezolanos hayan logrado avances y triunfos tan resonantes al tiempo que la Revolución Rojita sencillamente ha dado forfait a su responsabilidad histórica de “mostrar que tiene algo en la patada” y ser considerada una revolución ganadora, en lugar de la revolución fallida que se muestra hoy en todos los indicadores posibles de medir imparcialmente?

¿Será gracias al D.T., que se ganó el respeto de todos sin insultar a nadie, que tiene autoridad moral, experiencia profunda y una trayectoria exitosa en lo que hace, y quien con gran humildad y dignidad ha continuado el esfuerzo que se venía haciendo, dándole crédito y reconocimiento al pasado, como fundamento base para llegar adonde ha llegado, invitando a todos, sin exclusión, a participar?

¿Será gracias a los futbolistas, que fueron convocados por sus méritos, logros, talentos y capacidades, sin tener que ser “fichas” o “panas” del D.T., ni jugar exclusivamente para sus equipos?

¿Será gracias a que ahora los seleccionados son ricos o famosos y talentosos y sus necesidades están bastante cubiertas, de manera tal que pueden concentrarse mucho mas en su especialidad y entrenarse a fondo para cumplir con sus compromisos, sin necesidad de apropiarse de las prebendas de ser seleccionado?

¿Será gracias al esfuerzo mediático de un colectivo periodístico que se ha dado por entero a aprender, explicar y comentar sobre la materia y trayectoria de la selección, sus aciertos y errores, éxitos y fracasos, no fustigándola por lo que hicieron sino examinando las oportunidades de aprendizaje en los errores cometidos?

¿Será gracias a la suerte y la casualidad o será gracias a la inversión en medios, infraestructura, organización, participación y desarrollo de semilleros de talentos en las selecciones menores, vengan de los campamentos europeos o de los que se han diseminado en toda la geografía nacional para desarrollar una gran base de talentos donde escoger los mejores?

¿Será gracias a que las estrategias y tácticas utilizadas son modernas y exitosas y no apegadas a estilos y estrategias del pasado que ya se comprobaron fracasadas e indignas de títulos ganadores?

¿Será gracias a la pasión y el pundonor con que se defiende a La Vinotinto, incluso generando orgullo y aplausos cuando se mancha de negro a si misma a la hora de la refriega para defender su honor, golpeando contrarios y defendiendo compañeros?

No lo se; lo que si me quedó claro de la participación de La Vinotinto en la Copa América es que si queremos vivir en Venezuela una revolución política, económica y social que aspire a tener algún tipo de éxito y reconocimiento concreto y verdadero, nuestros líderes deberían dejar de enfocarse en los fundamentos ideológicos y tácticos de la revolución rojita (y me refiero tanto a proponentes como detractores) y deberían observar, aprender y copiar mas a la Vinotinto.

Así como decimos con orgullo ¡La Vinotinto ahora es de Todos!, esperamos que nuestro liderazgo político nos diga que Venezuela vuelve a serlo, otra vez.

José Andrés Ponce
Democracia Integral
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miércoles, 22 de junio de 2011

“La Asamblea y los guerrilleros desaparecidos: Nueva cita con la historia”


El show mediático que está dando la Asamblea Nacional sobre “los guerrilleros desaparecidos de la IV República” muestra la peor cara de la revolución y la parálisis dramática de los que asumen la oposición a la misma.

Por un lado, la bancada oficialista abusa de la memoria de las víctimas fatales de las guerrillas sesenteras y del dolor de sus deudos con fines estrictamente políticos, sin un verdadero ánimo reconciliatorio, sino con el propósito de promover el odio ciudadano como método del discurso, atacando a la oposición y queriendo vincularla con los protagonistas de entonces y las organizaciones que aquellos representaban.

Por el otro, vemos a una oposición que en voz baja hace silencio cómplice y de “yo no fui”, renunciando a su compromiso frente a la historia de defender la democracia y la institucionalidad evidentemente destruida por la revolución chavista.

El derecho humano a la vida y la libertad, que es universal y absoluto, está incuestionablemente por encima de todo proselitismo político; así, todo ciudadano que haya perdido su vida en ejercicio o defensa de sus derechos, y sus deudos, deberían tener todo el respaldo social e institucional que descubra la verdad tras su muerte, tortura y sufrimiento, identifique a los responsables y condene a los culpables.

Una Asamblea digna y una supuesta Comisión de la Verdad con un verdadero ánimo reivindicatorio deberían honrar la vida de “todos” aquellos que la perdieron injustamente por oponerse tanto a un régimen abusador, cualquiera sea su origen y color, como a aquellos que atentaron contra las libertades civiles y ciudadanas claramente consagradas en la Constitución (de esta y cualquier otra república).

Toda acción en contra de la institucionalidad democrática debe ser considerada igual de grave, sea la del 45, la del 58, la del 92 o la del 2002 o la que el lector prefiera; pero en un Estado democrático, social, de derecho y de justicia, debería juzgarse y medirse a “todos” con la misma vara.

Yo le preguntaría al Presidente de la Asamblea Nacional si acaso él cree que los llamados desaparecidos de las guerrillas y los muertos de ese tiempo son mártires mas dignos o de mejor estirpe y clase que aquellos que murieron en manos de los esbirros de la dictadura, o aquellos que murieron víctimas de los golpes de Estado de los 90s, incluso que aquellos que murieron como consecuencia de los hechos devenidos del 11 de abril de 2002 hasta hoy.

Desaparecidos, torturados, fallecidos y hasta los victimarios son todos víctimas de la incapacidad de nuestros líderes de conducir nuestro destino común por los caminos de la justicia y la promoción de la institucionalidad y del Estado de Derecho como el mecanismo mas válido y viable para lograr la defensa de los valores universales y la reivindicación de los derechos individuales.

Este debate es una manipulación oportunista de la memoria y del dolor de las familias de los desaparecidos para atacar políticamente al pasado, sacar provecho al presente y no entrarle de frente a la angustiosa realidad que nos ocupa, peleando contra un pasado al que además no le darán la verdadera oportunidad de defenderse, cual victimarios de las víctimas que hoy pretenden reivindicar.

Se pierde así una nueva oportunidad para encarar la historia con sentido de justicia, transcendencia, progreso y reconciliación; veremos con dolor y vergüenza como se utilizará una mayoría espuria que con vocación totalitaria impondrá una agenda que si bien tiene méritos, será injusta, parcial y en el mejor de los casos producirá sanciones políticas sin efecto real, mientras que víctimas y culpables continuarán a la espera de una justicia que en esta oportunidad tampoco llegará.

Como según la ética revolucionaria el fin justifica los medios, el fin último es ocultar la realidad presente y en su alcance utilizan como medio la memoria de sus propios dolientes; por eso se abre un debate parcial que en el mejor de los casos producirá resultados parciales, con lo cual se estará conjurando una nueva cita histórica con la injusticia, la mentira y la manipulación de las mayorías en perjuicio de las minorías, donde los acusadores de hoy terminarán siendo los acusados del futuro, si es que acaso entonces no aprendimos la lección.

Así como la evolución de las naciones se mide en función al trato que se le da a sus presos, la salud de la democracia se mide en función al respeto que las mayorías ofrecen a las minorías.

¿Descubrirá eso la inminente Comisión de la Verdad?

En el camino de la democracia, la democracia es el camino.

José Andrés Ponce
Democracia Integral
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democraciatuya@gmail.com