El acuerdo alcanzado entre el Congreso y la Casa Blanca para elevar el tope de la deuda de los Estados Unidos y con ello evitar (¡otra vez!) el colapso económico del país y quizá del mundo reveló un herido y poderoso “establishement” gringo, nos dio una pista de lo crítico de la situación económica mundial y marcó una preocupante referencia al futuro que se avecina indeteniblemente y amenaza con descalabrar a nuestra desajustada, frágil y maltrecha economía nacional.
Por un lado, los intransigentes “freshmen” del Tea Party quedaron tan diluidos como el hecho histórico que los inspiró al nacer. Elegidos en noviembre con la misión de poner coto a los incrementos del endeudamiento público que ya excede el tamaño de la economía, reducir impuestos y acabar con el “business as usual” de la conchupante clase política americana, parece que al Tea Party se le aguó el guarapo a última hora y con su alineación (o alienación) detrás del líder de la cámara de representantes confirmaron lo que las encuestas ya revelaban respecto a que si bien alrededor de 85% de la población no estaba de acuerdo con la elevación del tope de la deuda, el 66% estaba convencido de su aprobación por un Congreso cómplice y desacreditado, a un alto costo en la popularidad de los líderes del pacto.
Por otro lado, a pesar de lo obvio y público que se hizo la inviabilidad financiera del modelo económico estadounidense - endeudamiento sin límites para financiar gastos desenfrenados e indisciplina fiscal, excesivos compromisos militares y de gasto social financiado con impuestos elevados – que lo ha llevado al borde de la suspensión de pagos y degradación del riesgo AAA de la mas grande y segura economía del planeta, los burócratas plancharon la arruga al vaporoso calor del Té, difirieron para fin de año el tema de los recortes presupuestarios e incrementos de los impuestos y enviaron el tema del tope de la deuda allende las elecciones del 2012.
Todos declararon “victoria”, una pírrica a todas luces. Obama logró su vital aumento de tope de endeudamiento (¡otra vez!) y mantuvo intacto el desenfrenado gasto social y militar hasta mas allá de las elecciones del 2012. Los republicanos lograron evitar el aumento de impuestos (¡por ahora!) y el Tea Party, diluido en el calor de la presión de la decisión y la promesa incumplida, apunta a una enmienda constitucional para decretar (¡como si se pudiera!) la disciplina fiscal de una economía acostumbrada en los últimos 30 años a patear la lata y promover el consumo como solución a sus problemas fiscales y la generación de deuda para financiarlo.
¡Todos ganadores y felices porque el mundo se ha salvado! ¿O será que solo aspiran a que no sea en sus manos que se pierda la república?
El único perdedor como siempre fue el público, que inversionista o no vivió momentos de angustia por un colapso que ve en el horizonte y que nada puede hacer para evitarlo porque la carta que se jugó con el Tea Party también se diluyó en el proceso. Tras el acuerdo, la economía americana avanza a paso de vencedores al encuentro de varias realidades y por mas que crean que le han dado la vuelta en esta instancia, demostrarán que “la economía es terca”, como podríamos ver muy pronto con la desaceleración del ritmo de la economía, la profundización del desempleo y la crisis inmobiliaria, el aumento de las tasas de interés y la inflación, la degradación de la solvencia crediticia del monstruo, y todo porque la situación fue tan evidente que ya los inversionistas tradicionales sencillamente no parecen dispuestos a continuar comprando un “full face and credit” tan caro. Así, la crisis no está planteada por la elevación del tope de la deuda, sino por no haber podido evitarla.
La economía americana es y seguirá siendo por un rato largo la mas grande del mundo y los efectos de sus aciertos y errores se medirán en pasos de gigantes y aunque yo sea poco optimista al respecto, aspiro que el “TBTF” se aplique por un buen rato, al menos hasta que las economías emergentes puedan sustituirlo.
Entretanto, a mi se me seca la garganta al pensar ¿Qué pasará en Venezuela, donde también tenemos síntomas similares a los del gran vecino del norte, pero con muchas mas limitaciones y debilidades?
Aunque la Deuda Pública en Venezuela es un misterio bien guardado y los reportes hablan de 40% del PIB - unos 130 billones de dólares (lo cual luce razonable cuando comparamos con las potencias en crisis), esa cifra no incluye la deuda interna, ni la de PDVSA, de cuyas cuentas se paga todo, ni toma en consideración que nuestro riesgo país es considerado tan elevado que el servicio al financiamiento externo cuesta por lo menos del 12%, sin hablar de descuentos al valor facial de alrededor de 30% para negociarla.
Nuestra inflación es elevada, estructural e incontrolable, y nuestro presupuesto es deficitario, caprichoso e incapaz de atender a necesidades de inversión, sino de gasto improductivo. Nuestra economía no crece en los últimos años y nuestra tasa de desempleo (oficial) es de 8%. Peor aún, nuestro gobierno se empeña en mantener una tasa de cambio controlada artificialmente que no favorece a nada ni a nadie mas que a los especuladores cambiarios, que se lucran y burlan muy rentablemente de las inconsistencias del régimen en materia de política monetaria.
Así, aunque el gobierno nacional no lo reconozca, nuestro futuro y destino económico quedó atado a las consecuencias naturales de la decisión tomada en Estados Unidos y muy limitado por la incapacidad productiva y exportadora de PDVSA.
Al igual que la salud se reciente cuando el paciente no se trata a tiempo, la economía es terca y tarde o temprano impone su ley. Esperemos que el régimen reflexione no solo en el cambio de slogans, sino que actúe a tiempo, antes que sea demasiado tarde.
En el camino de la democracia, la democracia es el camino.
José Andrés Ponce
Democracia Integral
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