¡Que
aburrida está la Asamblea Nacional en estos tiempos de revolución!
Uno
pensaría que luego de 5 años de ostracismo mayoritario, cuando la oposición regresó
la cosa se pondría interesante; pero que va, los diputados de “la señal de
costumbre” hacen gala de su total sumisión ideológica al bando en que hacen
fila, olvidando la obligación de representar a los votantes de sus circuitos, los
que los eligieron y los que algún día serán sus jueces de gestión.
Y no
es aburrida esta Asamblea solo por eso, sino porque en un cuerpo colegiado
donde los ciudadanos aspiramos se realicen los mas altos ideales del juego
político lo que se hace es materializar el mas predecible y patético teatro de
marionetas en el que se representa la mejor caracterización de un diálogo de
sordos que termina inexorablemente en encuentro de caciques - ordinario y
tribal - que perdieron el norte y la razón de la representación popular que
encarnan.
En
este nuevo capítulo parlamentario del allanamiento a la dignidad institucional,
hemos visto como la Asamblea Nacional y su directiva entubada por la ideología
colocan en el orden oratorio a “colegas diputados o diputadas” alienados por su
causa individual que asumen una actitud retadora, estridente y amenazante en
lugar de una que dignifique al colectivo que aspiran representar en la función
de dirigir un cuerpo colegiado en el que todos los diputados tienen igual peso
e importancia.
En
esta asamblea aburrida – por predecible y bochornosa - nos tocó ver esta semana
la repetición del mismo libreto de un Director de Debates que embiste
parcializadamente contra la mitad del parlamento que no lo eligió, ratificando
al recinto parlamentario como escenario de revancha callejera donde el “quítate-tú-pa-poneme-yo” se institucionaliza
en cuerpo colegiado.
Uno
aspiraría poder ver en vivo y directo y por la ANTV unas sesiones parlamentarias
con el deseo de disfrutar de un debate político que construye propuestas edificantes
y convenientes para el país entero según la dinámica parlamentaria mas efectiva,
pero lo que vemos semana a semana es como los diputados y diputadas llegan al
hemiciclo con agendas preparadas, que el director parcializado siempre rechaza
si la proponen los de la derecha, mientras la izquierda aplaude con consignas
de caimanera si es la bancada oficialista la que las impulsa.
Así,
lo que los diputados ofrecen en verdad es fastidiosísimo, así sea un debate tan
trascendente como el que implica el reciente allanamiento de la inmunidad
parlamentaria al diputado Mardo; es como ver un juego grabado de Caracas
Magallanes una y otra vez donde ya sabemos el resultado y como va la cosa inning
por inning.
Es
tan lastimoso y predecible el espectáculo que todos saben de antemano que el director
siempre traerá algo bajo la manga, cualquier cosa que simula se le ocurre o se
la presentan en ese instante – así sean pruebas de grabaciones ilegales o de
fuente dudosa - pero que lucen montadas o preparadas, sea con un video, o con
unas fotocopias, o con documentos claramente ilegales que el acusado no tiene
oportunidad de control previo conforme al mas prístino principio de defensa y
estado de derecho.
Cuando
se abre el debate uno piensa que la cosa se va a poner buena… ¡Pero que va!, casi
siempre arranca el orden del día con uno de la izquierda que ipso facto la emprende contra la derecha
con epítetos de “apátrida, corrupta, vendida, cuartarepublicana y puntofijista,
golpista, vendedora de intereses al imperio, magnicidas” y mientras mas
barbáricos mejor, mientras el director del debate hace alardes de su poder
cronológico cuando parece multiplicar los minutos reglamentarios al diputado
oficialista de turno que se regodea en adulantes deseos para la exaltación del
Comandante a los altares. Ya es común predecir que los improperios los acompañen
con un coro de “así, así, así es que se gobierna” o “no volverán” u otros que
parecen mas bien títulos de rancheras de Paquita la del Barrio (así se llama
ella misma así que no vengan ahora a decir que yo soy oligarca por lo “del
Barrio”) y mas recientemente con la aparición de unos cuantos guapetones que de
cuando en cuando muestran sus destrezas callejeras.
Luego
le conceden la palabra sin muchas ganas a los diputados opositores quienes en
su angustia de apegarse estrictamente al tiempo que el verdugo presidente
ejecuta apagándole y hasta quitándoles el micrófono, hacen maromas para no lucir
MUDitariamente incorrectos entre la algarabía del otro bando que hasta proyectiles
le lanzan, no vayan a caer en desgracia en los medios opositores y allí mismo
quede frío el diputado en cuestión, cual víctima de fin de semana que yace en
la morgue sin que cuente ni le interese a ningún político.
Como
en toda película mala, el final ya lo sabemos. Sometida la propuesta a la
consideración de los diputados lo que mas brilla en la Asamblea es la ausencia
de conciencia del cargo de representación popular que los elegidos encarnan y
con la señal de costumbre se imponen en función a los votos que se controlan o
se oponen en función a la señal políticamente correcta, aunque para ello
pisoteen los preceptos constitucionales aplicables al orden del día, como todos
vimos el martes pasado; nada que ver con la conciencia y la responsabilidad
histórica que cada diputado debe tener y reflejar, sino con hacer un papel que
los acredite frente a sus respectivos taitas que los dirige de cada lado de la
bancada.
Y
mientras estos vaivenes de la democracia se suceden semana tras semana sin mas
resultado que el eco que reproducen los medios y extrañamos aquellos debates
apasionados de los constructores de un país encarnados por Andrés Eloy y
compañía, la democracia venezolana se sumerge hoy en una crisis de
representatividad y dignidad que solo sirve para que los buitres extranjeros
hagan un festín.
Lo
malo es que la carroña es nuestro petróleo, que es finito… y lo peor es que las
víctimas son nuestros hijos, todos, sin importar el color con que usted quiera
pintarles la camiseta.
Democracia Integral
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