Si
la oposición venezolana y su “brazo armado” de la MUD están detrás de
conspiraciones que comprometen la industria petrolera y el suministro eléctrico
y junto al Imperio conspiran contra la seguridad alimentaria, la paz laboral,
la tranquilidad en los recintos penitenciarios, el funcionamiento ordenado de
los hospitales, la estabilidad económica y monetaria, entre otros, lo que
tenemos que preguntarnos son dos cosas: Primero: ¿Por qué tanta capacidad y no
terminan de sacar del poder a este gobierno? Y Segundo: ¿Por qué utilizan toda
esa capacidad para generar zozobra en lugar de alzarse con el poder? Absurdo
¿No?
Cínicamente
y con un desparpajo insuperable, personeros y estandartes de la revolución han
desarrollado a la letra la habilidad de copiar al “Líder Supremo” en su
capacidad de crear historias fantásticas a partir de cada una de sus
incapacidades, achacarla a la ya lejana IV y endosarle al Imperio todos los
males que en realidad ellos mismos y su propia incompetencia nos causan a todos.
A la
partida del “Líder Supremo” a su encuentro con El Propio, los herederos de
Chávez nos han lanzado perlas como que el problema no es la generación
eléctrica sino el exceso de consumo, que no es que haya desabastecimiento sino
que los venezolanos ahora comemos demasiado, que no hay un problema de robo de
divisas sino que hay una conspiración de empresarios especuladores, que no es
que no haya cemento sino que las obras de la revolución lo consumen y así cada
problema que crean y vivimos a diario lo reclaman como logro de la revolución y
lo enrostran en una misión para ocultar hechos, repartir la piñata y abstenerse
de rendir cuentas públicas de una gestión fracasada y de una revolución fallida.
Lo
grave de todo esto, además de la evidente destrucción que han causado en 15
años y dramáticamente acelerada en el 2013, es que no haya luces de sensatez en
la revolución a quien uno le atribuya y apele a su capacidad para reflexionar
sobre la indolencia e incapacidad de estos sujetos para hacer avanzar y
progresar a los venezolanos, que hemos caído en una barrena inevitable hacia el
colapso.
Hasta
ministros de lujo como la Dra. Isabel Iturria caen en la tentación de apelar a
la insensatez y el desparpajo como método de discurso cuando se vio entrampada
recientemente al declarar el pasado 28 de mayo que “… es "normal" que
algunos medicamentos superen su fecha de vencimiento sin ser distribuidos”. O el mismísimo Merentes cuando en su
reciente entrevista con José Vicente Rangel el pasado 1ro de septiembre reconoció
que el fracaso de esta revolución se evidencia en su ejecutar económico, cuando
ÉL es el principal causante de esta debacle y no muestra el menor signo de
remordimiento renunciante.
¿Será
que quienes gobiernan no tienen vergüenza o es que en realidad son ignorantes
de lo que les pasa frente a sus narices y se hacen presas dóciles de los
depredadores del país?
Toca
el turno al ministro Chacón, que a decir verdad le lanzaron una papa caliente que
se hizo dramáticamente evidente desde que el inefable ministro aquel ordenara
la oscurana racionada de los barrios que lo hizo mas breve que la presidencia
aquella y que su ignorancia la reconoció hasta el mismo Chávez al son de los
cuentos del niño, la niña, las iguanas y los rabipelaos, pero que ni Alí Rodríguez
ni el propio hermano del Comandante pudieron manejar. Chacón anuncia con una
arrogancia brutal e insostenible que resolvería el problema eléctrico en 100
días o pondría su cargo a la orden, ninguna de las cuales sucedieron – como es
costumbre – pero entrega en poco mas de 100 días un descalabro nacional del
sistema de electrificación mientras busca a los lados a cualquier opositor para
echarle el muerto del apagón nacional encima.
¿Qué
son 4 horas de pérdidas económicas en un país paralizado para quienes la
desaparición de 26 mil millones de dólares no vale siquiera una pregunta? ¿Qué
importa que Venezuela deje de producir cientos de millones de horas hombre cada
vez que se genera un apagón de desidia si para la revolución el tiempo y la
vida de los venezolanos puede malgastarse en colas absurdas, peajes
innecesarios y gestiones ramplonas que acaban con la dignidad del ser humano
cuando logra un rollo que le permita defecar con dignidad, o una limosna
misionera que se disuelve en la inflación mientras los jerarcas muestran signos
externos de la riqueza fortuita e injustificable que se amasa destruyendo la
dignidad nacional?
La
indolencia gubernamental para reconocer que su ejecutoria es la causante de
todos los males que nos aquejan ha invadido a todos los ámbitos de la vida
nacional; el intento de criminalizar la disidencia y la protesta y el derroche
de recursos para crear historias fantásticas y escándalos de utilería con el
solo objetivo de ocultar sus errores ya no funciona.
El
país entero se quedó sin luz y la responsabilidad es de Chacón. No fue un
simple apagoncito como dicen por allí, ni es algo que la oposición celebre al
señalarlo. El país no tiene divisas y no es porque hayan unos viajeros que
inventan viajes de estudio, sino que se cogieron 26 mil millones de dólares
frente a las narices de Merentes, Giordani y la Fiscala y no hay respuestas
concretas muy probablemente por los perfiles impublicables de los
beneficiarios. No es que sea normal que las medicinas se vencen y hay que
destruirlas, sino que la salud pública se ha convertido en una ruleta rusa al
frente de la Dra. Iturria. Lo mismo está sucediendo con la seguridad vial,
personal, jurídica, penitenciaria, alimentaria, laboral y hasta educacional. En
todos esos frentes tenemos a una cabeza, un ministro, cuya primera respuesta a
su pobre ejecutoria es llamar a los Servicios de Inteligencia para que le hagan
un montaje a sobretiempo y una cobertura de cortina de humo que sea coreada
luego en la Asamblea Nacional al son de “tener patria”.
En
menos de un año, Maduro y sus coherederos han hecho que hasta el quinquenio de
Lusinchi parezca poca cosa. Como entonces, los que hoy aspiran ser
constructores de la patria, en realidad lo que están es depredando y destruyendo
al país. Como entonces, los que nos dirigen hacia el mar de la felicidad nos
envuelven en una historia que solo alimenta el descontento que angustiadamente
anticipamos en la reacción social natural, que el que no se haya dado no
implica que no se esté fraguando mas allá de las intenciones y morbosidades que
le endilguen a los que no estamos de acuerdo con lo que sucede.
Antes
de repetir la historia a la que lucimos condenados por la indolencia oficial,
llamo a la reflexión seria y serena de quienes nos arrastran a todos por este
despeñadero. Es hora de tener un dirigente maduro de verdad que responda a las
necesidades del colectivo y ponga a un lado la ideología suicida. Se necesita
votar, pero también que los protagonistas reencuentren la dignidad perdida y el
sentido de colectivo que alguna vez los llevó a pensar en convertirse en
servidores públicos.
Ya nadie
se acuerda del circo de Snowden, las mariqueras de Pedro Carreño, ni siquiera
del show del Magnicidio, menos cuando no se tiene luz, se pierde la salud o arriesga
la vida, se atrasa el progreso, felicidad y bienestar y el de sus hijos, o como
recientemente me tocó ver, se devuelve la mitad del pan que se compró porque no
se tuvo como pagarlo al nuevo precio regulado.
Democracia Integral
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