jueves, 9 de enero de 2014

¿Será posible un Feliz Año 2014?


La felicidad es un estado humano producto de la valoración individual y subjetiva de eventos que percibimos como positivos sin razón o lógica necesarias, que responde a estímulos gratos y placenteros y que a veces implica un alto grado de irracionalidad cuando nos sentimos felices sin razón aparente o peor aún, desconociendo la realidad subyacente del evento causante de la felicidad.

Pues así estábamos una buena parte del país hace unos días, ¡felices!, descorchando nuestro mejor espumante, quemando la pólvora mas sonora que el saldo bancario nos permitió adquirir, raspando el cupo que nos permitió llegar lejos, compartiendo nuestra felicidad instantáneamente por las redes sociales, algunos hasta mostrando gráficamente su fórmula de éxito económico instantáneo en destinos muy exclusivos sin entrar en detalle de los ingredientes que la fórmula implica, manifestando nuestra locura e irracionalidad vistiendo tradiciones amarillas, atorando el guargüero con arvejas, uvas y demás golosinas alegóricas, marchando con maletas bajo fuegos artificiales y globos aerostáticos creyendo y pidiendo salir de aquí aunque sea por unos días, ignorando por completo la realidad en que vivimos y que encima creemos que superaremos sin hacer nada al respecto.

Con el consabido agradecimiento por estar vivos, hecho literalmente por aquellos que sobrevivieron el asalto a mano armada, o libres por los que sufrieron de un secuestro exprés, o con el “a fin de cuentas solo fue una pérdida material” de quienes fueron víctimas inexorables de la inseguridad, celebramos no obstante el fracaso de las políticas de seguridad del régimen que dejó 24 mil víctimas mortales y familias quebradas por vidas truncas extemporáneamente y que no podrán ser compartidas jamás.

Compartimos el menú tradicional, gourmet o especial, sin celebrar ni revelar los secretos culinarios sino maravillados por la suerte que tuvimos al encontrar los ingredientes que compramos racionados a dos por cabeza sin preguntarnos el porqué del precio aumentado en 80% ni la razón del racionamiento, que no es otra que el producto de la incompetencia de un régimen que aspira controlar nuestras vidas y nuestros medios para procurarnos un destino decente porque la idiotez y la ideología los consume.

Deseamos la recuperación a nuestros familiares y amigos en la adversidad de la enfermedad sin siquiera percatarnos que la condición de muchos empeorará en el 2014 por falta de atención médica, recursos terapéuticos o biodisponibilidad de medicamentos porque el régimen se empeña en limitar el acceso a las divisas para importarlos o fabricarlos, imponer una política de salud obviamente fracasada y ejecutada por una dirigencia sin el talento o la competencia suficiente para asumir los retos de la salud pública donde solo se construyen medias fachadas hospitalarias para alimentar la esperanza de los pobres que no tienen los medios para acceder a una salud privada que colapsa y se desborda haciendo malabarismos para evitar hacer inversiones expropiables sin disminuir calidad o cantidad, lo cual simplemente no sucede pero no queremos reconocer.

Celebramos sordamente como quien no quiere reconocer que la inflación prometida de 15% terminó en 56% - y el ministro sigue en su cargo – y que el bolívar que nunca se debilitaría se devaluó oficialmente 262% al pasar de 4,30 a 11,30 – Ramirez dixit – e informalmente por múltiplos que el propio Nicolás Maduro y Nelson Merentes reconocen existe en factores de 5 veces mas pero reditúa ganancias estrambóticas para los llamados cadivisas, sicadistas y sus contactos de adentro que convirtieron en ruleta rusa la política monetaria nacional, como si acaso está pirámide financiera no fuese a encontrar fin.

Gastamos sin control el desfalco orquestado por la impresión de dinero inorgánico comprando sin saber lo que compramos y pagando sin saber lo que pagamos por productos que ni siquiera necesitamos, respondiendo en comparsa a una campaña para elegir concejales que ni siquiera conocemos y mucho menos sus programas (a menos que usted sea de los raros ciudadanos que puede repetir sin ayuda el nombre de sus alcaldes y concejales – todos - sin que pele por la chuleta madurita o unitaria), pero lo cierto es que drenamos nuestros ahorros para protegernos de una inflación fuera de control y producida por políticas destructivas del capital, el trabajo y el ahorro, comprando bienes y productos que probablemente encontrarán mejor destino en el contrabando de extracción o serán objeto de vencimiento inútil, obsolescencia, desuso o de los desajustes satanizados de voltajes que evidencian la torpeza de un régimen que destruye valor y capital y con ello años de historia de trabajo y empleos por el solo capricho de responder a quienes usan a Venezuela como conejo de experimentos que ya se probaron fallidos.

Algunos perdimos el sueño de la angustia de ver lo difícil que es llamar a la sensatez a quienes tienen la responsabilidad de dirigir los destinos de los venezolanos o a quienes se apegan a un libreto mediocre y fracasado de prácticas que solo destruyen valor, capital, trabajo y hasta la iniciativa individual, ejecutadas por un Estado depredador y voraz que acaba con todo para creerse necesario y una sociedad de cómplices que le hacen cuadro cerrado bajo la mesa aunque vociferan lo contrario.

Despedimos al 2013 con la alegría de quien ve terminarse el peor año que haya conocido la Venezuela bolivariana de esta y cualquier república, en la cual vimos como un gobierno errático destruyó todo lo malo que quedaba porque lo bueno se encargaron de destruirlo a sazón de alabanzas al líder supremo, pero con la angustia de recibir un 2014 que se anuncia menos feliz aún al oír el mismo discurso torpe y absurdo de una dirigencia tozuda, malhablada y que rebelde a la realidad de su torpeza aborda los problemas como los locos de Einsten, haciendo lo  mismo pretendiendo resultados distintos. Y eso, sencillamente, ni con rodilla en tierra ni mano en pecho invocando al comandante, ni con promesas de amor vacío por la cháchara revolucionaria, pasará.

La esperanza que nunca se pierde radica en que 2014 – el primero que no es electoral desde que empezó este proceso - sea el año del despertar de la conciencia colectiva y que a pesar de los vientos agoreros tengamos fe en que los venezolanos lleguemos a la convicción de enrumbarnos por el camino de la concordia y la reconciliación, la sensatez, la producción, el trabajo y la educación y nos dediquemos a que las campanas de 2015 anuncien un año feliz, de verdad. Eso deseo.

Democracia Integral
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