Donde hay
educación no hay distinción de clases.
Confucio (Filósofo
chino, 551 AC-478 AC).
Cuando una sociedad no cree que su problema fundamental es la
educación, tenemos una sociedad en verdaderos problemas. Y es precisamente la educación
el problema que ha llevado a la sociedad venezolana a la situación actual y paradójicamente también la respuesta para la solución de los demás problemas que nos agobian.
Encuestadoras como Datos, Ivad, Hinterlaces, Datanalisis, etc, reportan
que los venezolanos no ubican a la educación dentro de los primeros 10 o 15 problemas
mas importantes del país. ¡NINGUNA! Claro que podemos darle muchas lecturas a
esta realidad, incluso la de algunos burócratas farsantes y soñadores que creen
que en Venezuela vivimos un milagro educativo, pero la que quiero resaltar y puntualizar
aquí es el nivel de irresponsabilidad, indiferencia y desinterés de los
venezolanos por uno de los valores y derechos humanos mas apreciados después de
la vida y la libertad y como con tal negación condenamos a nuestros hijos a una
sociedad oscura y de barbarie de la cual solo se quiere salir corriendo.
Anualice el monto del último recibo de pago por la educación de su
hijo – no importa cual sea el nivel o grado – y divídalo entre la tasa del novísimo
Sicad II (creo que es la mejor que aplica) y sabrá cuanto está invirtiendo usted
en la educación de su hijo. Venezuela invierte alrededor de 3-4% de su PIB en
Educación pero para nadie es un secreto que Venezuela no ocupa ningún lugar descollante,
relevante, ni siquiera notable, en los cuadros de honor de los sistemas
educativos del mundo. Para que tengamos una idea, los Estados Unidos (que por
cierto no son el mejor modelo a seguir) invierte alrededor de 11 mil dólares
anuales, por niño, en educación, sea privada o pública porque allá no es
relevante esa diferencia. Europa invierte alrededor de 8 mil.
Cualitativamente hablando, todos los países que muestran avances
importantes en cuanto al nivel y progreso en la educación muestran públicamente
y comparten métricas de evaluación de niveles de habilidades y comprensión de
lectura y matemática. En Venezuela el ministro Rodríguez desprecia esas
métricas por “irrelevantes” mientras favorece la ideología y no muestra interés
en medir o evaluar la situación y progreso educativo de nuestros hijos quienes
muy tarde ya cuando llegan a la universidad desgraciadamente fracasan en un
proceso salvaje de sobrevivencia al primer o segundo período cuando los filtros
naturales de las exigencias académicas los hacen víctimas injustas de esta
triste realidad o de la alcahuetería revolucionaria que los gradúa y les concede
títulos de papel sin las destrezas necesarias para asumir los retos
profesionales que ellos implican.
Si educáramos a nuestros niños no tendríamos que castigar nuestros
hombres, decía el filósofo, algo que es extremadamente palpable en nuestra
cotidianeidad. Un niño que crece sin aprender a pensar libremente, sin
conciencia del bien y del mal, sin cultura y valores ciudadanos y sin conocimientos
y destrezas que le permitan auto-procurarse el bienestar está condenado a ser
presa fácil de las misiones lisonjeras del régimen o de la delincuencia, que si
a ver vamos son dos caras de una misma moneda.
Hemos convertido a la educación en un negocio de cuarta categoría,
pagando a nuestros maestros sueldos miserables y ofensivos que además de
desconocer su valor social no estimulan la formación académica de mas
educadores y que a veces son superados hasta por aquellos que se pagan a los
freidores de papitas en los restaurantes de comida rápita. Exponemos
diariamente a nuestros hijos en infraestructuras educacionales paupérrimas,
sobrepobladas y con dotación escasa y de mala calidad y convertimos a los
planteles en fuente de ideologización extrema del pensamiento único donde por
acción o por omisión irresponsable aprendemos a desconocer la existencia del
otro.
No toda la responsabilidad recae en la institucionalidad
educativa. Los padres tenemos una gran responsabilidad en todo este caos e
indiferencia pues nosotros mismos no hacemos los esfuerzos necesarios para dar
a nuestros hijos ejemplos de civilidad y ciudadanía que ofrezcan un marco de
referencia de valores distintos a los que exponemos con nuestro comportamiento
presente, tanto el de nuestro liderazgo como el de quienes se alinean detrás de
sus huestes ideologizadas que del lado que usted prefiera reniegan en su acción
a nuestra condición de nación venezolana para forzarnos aceptar que debemos
sobrevivir como parte, cofradía o comuna excluyente y sectaria que favorece
solo a quien se pliega a la propuesta que corresponda según la dicta
caudillista del líder supremo de turno y lado.
En Venezuela cualquier excusa es buena para interrumpir el proceso
educativo de nuestros hijos. La primera decisión que nuestros burócratas y
comunidades tomamos por cualquier situación es la suspensión de clases; sea por
un evento natural, por un proceso electoral, por un duelo nacional, cualquier
excusa es buena para atentar contra la fluidez del proceso formativo de
nuestros hijos. Ni hablemos de los hechos recientes de inestabilidad política
del país, donde las fuerzas en conflicto han sacado a los estudiantes de las
aulas y los han convertido en la sangre que alimenta las oscuras ambiciones de
la dirigencia que explota su inocencia.
Peor aún, hemos conspirado con la educación de nuestros
adolescentes a quienes hemos expuesto a un bochornoso ejemplo de incivilidad,
no solo por la acción de la protesta violenta, descontrolada y servil a
intereses oscuros sino por la represión desmedida y asesina de quienes se
niegan tozudamente a reconocer su fracaso y la incontenible realidad que nos
acosa y nos alcanza.
Hemos expuesto a nuestros hijos a imágenes crudas y reales, pero a
la vez patéticamente autocensuradas por medios sumisos, cobardes y miserables
dispuestos a vender su dignidad por las famosas 30 monedas históricas.
Y hoy, como clímax de nuestra decadencia, amanecimos con la imagen
de una turba impúdica, amoral, malhechora y depravada que expone a la humillación
y al escarnio de la desnudez involuntaria y pública a un sujeto indefenso y
abrumado por la canalla agavillada que actúa impunemente frente al Gobierno, la
Guardia Nacional, la Policía Nacional y las Autoridades Universitarias,
supuestos custodios y garantes de la paz y la preservación de los valores sociales
y educativos. ¡FARSANTES!
Para enseñar a los demás, primero hay que hacer algo muy duro: hay
que enderezarse uno mismo, decía Buda. Mi llamado es a los padres de todos los
frentes, incluso los de esos vándalos, para tomar conciencia de nuestro
problema fundamental como país, nación y sociedad y dejar a un lado el vernos
el ombligo y comenzar a pensar en como educar la verdad poética de que cuando
se tiene un hijo, se tienen todos los hijos y con ninguno pueden meterse ni
física, ni mentalmente.
Nelson Mandela dijo que la educación es el arma más poderosa para
cambiar el mundo. Si usted le pregunta a los daneses, los coreanos, los
japoneses cuales fueron las 3 claves de su milagro económico y social, ellos
dirán al unísono: “educación, educación y educación”.
Si no lo vemos, no lo lograremos…
José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com
democraciatuya@gmail.com
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