viernes, 4 de abril de 2014

Es la educación un problema?, nhaaah!

Donde hay educación no hay distinción de clases.
Confucio (Filósofo chino, 551 AC-478 AC).

Cuando una sociedad no cree que su problema fundamental es la educación, tenemos una sociedad en verdaderos problemas. Y es precisamente la educación el problema que ha llevado a la sociedad venezolana a la situación actual y paradójicamente también la respuesta para la solución de los demás problemas que nos agobian.

Encuestadoras como Datos, Ivad, Hinterlaces, Datanalisis, etc, reportan que los venezolanos no ubican a la educación dentro de los primeros 10 o 15 problemas mas importantes del país. ¡NINGUNA! Claro que podemos darle muchas lecturas a esta realidad, incluso la de algunos burócratas farsantes y soñadores que creen que en Venezuela vivimos un milagro educativo, pero la que quiero resaltar y puntualizar aquí es el nivel de irresponsabilidad, indiferencia y desinterés de los venezolanos por uno de los valores y derechos humanos mas apreciados después de la vida y la libertad y como con tal negación condenamos a nuestros hijos a una sociedad oscura y de barbarie de la cual solo se quiere salir corriendo.

Anualice el monto del último recibo de pago por la educación de su hijo – no importa cual sea el nivel o grado – y divídalo entre la tasa del novísimo Sicad II (creo que es la mejor que aplica) y sabrá cuanto está invirtiendo usted en la educación de su hijo. Venezuela invierte alrededor de 3-4% de su PIB en Educación pero para nadie es un secreto que Venezuela no ocupa ningún lugar descollante, relevante, ni siquiera notable, en los cuadros de honor de los sistemas educativos del mundo. Para que tengamos una idea, los Estados Unidos (que por cierto no son el mejor modelo a seguir) invierte alrededor de 11 mil dólares anuales, por niño, en educación, sea privada o pública porque allá no es relevante esa diferencia. Europa invierte alrededor de 8 mil.

Cualitativamente hablando, todos los países que muestran avances importantes en cuanto al nivel y progreso en la educación muestran públicamente y comparten métricas de evaluación de niveles de habilidades y comprensión de lectura y matemática. En Venezuela el ministro Rodríguez desprecia esas métricas por “irrelevantes” mientras favorece la ideología y no muestra interés en medir o evaluar la situación y progreso educativo de nuestros hijos quienes muy tarde ya cuando llegan a la universidad desgraciadamente fracasan en un proceso salvaje de sobrevivencia al primer o segundo período cuando los filtros naturales de las exigencias académicas los hacen víctimas injustas de esta triste realidad o de la alcahuetería revolucionaria que los gradúa y les concede títulos de papel sin las destrezas necesarias para asumir los retos profesionales que ellos implican.

Si educáramos a nuestros niños no tendríamos que castigar nuestros hombres, decía el filósofo, algo que es extremadamente palpable en nuestra cotidianeidad. Un niño que crece sin aprender a pensar libremente, sin conciencia del bien y del mal, sin cultura y valores ciudadanos y sin conocimientos y destrezas que le permitan auto-procurarse el bienestar está condenado a ser presa fácil de las misiones lisonjeras del régimen o de la delincuencia, que si a ver vamos son dos caras de una misma moneda.

Hemos convertido a la educación en un negocio de cuarta categoría, pagando a nuestros maestros sueldos miserables y ofensivos que además de desconocer su valor social no estimulan la formación académica de mas educadores y que a veces son superados hasta por aquellos que se pagan a los freidores de papitas en los restaurantes de comida rápita. Exponemos diariamente a nuestros hijos en infraestructuras educacionales paupérrimas, sobrepobladas y con dotación escasa y de mala calidad y convertimos a los planteles en fuente de ideologización extrema del pensamiento único donde por acción o por omisión irresponsable aprendemos a desconocer la existencia del otro.

No toda la responsabilidad recae en la institucionalidad educativa. Los padres tenemos una gran responsabilidad en todo este caos e indiferencia pues nosotros mismos no hacemos los esfuerzos necesarios para dar a nuestros hijos ejemplos de civilidad y ciudadanía que ofrezcan un marco de referencia de valores distintos a los que exponemos con nuestro comportamiento presente, tanto el de nuestro liderazgo como el de quienes se alinean detrás de sus huestes ideologizadas que del lado que usted prefiera reniegan en su acción a nuestra condición de nación venezolana para forzarnos aceptar que debemos sobrevivir como parte, cofradía o comuna excluyente y sectaria que favorece solo a quien se pliega a la propuesta que corresponda según la dicta caudillista del líder supremo de turno y lado.

En Venezuela cualquier excusa es buena para interrumpir el proceso educativo de nuestros hijos. La primera decisión que nuestros burócratas y comunidades tomamos por cualquier situación es la suspensión de clases; sea por un evento natural, por un proceso electoral, por un duelo nacional, cualquier excusa es buena para atentar contra la fluidez del proceso formativo de nuestros hijos. Ni hablemos de los hechos recientes de inestabilidad política del país, donde las fuerzas en conflicto han sacado a los estudiantes de las aulas y los han convertido en la sangre que alimenta las oscuras ambiciones de la dirigencia que explota su inocencia.

Peor aún, hemos conspirado con la educación de nuestros adolescentes a quienes hemos expuesto a un bochornoso ejemplo de incivilidad, no solo por la acción de la protesta violenta, descontrolada y servil a intereses oscuros sino por la represión desmedida y asesina de quienes se niegan tozudamente a reconocer su fracaso y la incontenible realidad que nos acosa y nos alcanza.

Hemos expuesto a nuestros hijos a imágenes crudas y reales, pero a la vez patéticamente autocensuradas por medios sumisos, cobardes y miserables dispuestos a vender su dignidad por las famosas 30 monedas históricas.

Y hoy, como clímax de nuestra decadencia, amanecimos con la imagen de una turba impúdica, amoral, malhechora y depravada que expone a la humillación y al escarnio de la desnudez involuntaria y pública a un sujeto indefenso y abrumado por la canalla agavillada que actúa impunemente frente al Gobierno, la Guardia Nacional, la Policía Nacional y las Autoridades Universitarias, supuestos custodios y garantes de la paz y la preservación de los valores sociales y educativos. ¡FARSANTES!

Para enseñar a los demás, primero hay que hacer algo muy duro: hay que enderezarse uno mismo, decía Buda. Mi llamado es a los padres de todos los frentes, incluso los de esos vándalos, para tomar conciencia de nuestro problema fundamental como país, nación y sociedad y dejar a un lado el vernos el ombligo y comenzar a pensar en como educar la verdad poética de que cuando se tiene un hijo, se tienen todos los hijos y con ninguno pueden meterse ni física, ni mentalmente.

Nelson Mandela dijo que la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Si usted le pregunta a los daneses, los coreanos, los japoneses cuales fueron las 3 claves de su milagro económico y social, ellos dirán al unísono: “educación, educación y educación”.

Si no lo vemos, no lo lograremos…

José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com

democraciatuya@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario