martes, 14 de abril de 2015

El Acto de Amor de don Rodolfo Gonzalez - El Aviador - y la esperanza que enciende.


"Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos."
Juan, 15:13.

Rodolfo González - El Aviador – entregó su vida al tomar una trágica decisión nada carente de amor ni de valor – sino todo lo contrario - mientras penaba sin destino judicial cierto por la falta de un juicio justo y las presiones perversas y despiadadas que vemos con estupor ocurren con la anuencia de los llamados precisamente a promover la justicia y el debido proceso.

Según sus familiares, “El Aviador” tomó la terrible decisión ante su presunto e inminente traslado a un centro penitenciario de máxima seguridad en el cual sería puesto junto a la población penal en circunstancias y condiciones que podemos anticipar serían de mucha dificultad y precariedad. El Aviador no tendría allí ningún chance y por ello es aún mas perversa su tortura emocional. Tenía ¡64 años!, vividos en la aparente normalidad de la vida simple, tranquila y ordinaria alterada solamente por los hechos que lo llevaron a su trágico destino y que revelan no solo su calidad humana, sino su inocencia indiscutible de todo cuanto pudo haber sido acusado y enjuiciado.

¿Y cuál fue el delito de “El Aviador”? No lo sabremos jamás. A pesar de haber sido detenido durante los eventos de 2014 su juicio fue engavetado por una madeja de complicidades y perversiones muy claras e identificables por nombres, apellidos y patrimonio injustificables y tal como dice la ley penal venezolana toda acusación o juicio termina con la muerte del acusado. ¡Caso cerrado pues!

Además de otro caso inconcluso para la historia, “El Aviador” dejó familia y legado. Una esposa de muchos años, hijos y nietos quienes sufren y lloran incapaces de justificar cuerda y sensatamente la muerte de su ser amado, aunque por declaraciones públicas podemos intuir el heroísmo de quien lucía como un hombre común, cabeza de una familia típica y tradicional de esas de las que muchos sentimos estar perdiendo ante la trágica realidad revolucionaria.

Uno tiende a pensar que un hombre solamente se quitaría la vida voluntariamente en circunstancias de extrema fragilidad emocional y debilidad espiritual, incluso en un caso como este aún pendiente de investigarse si pudo haberse inducido al suicidio.

Pero en el caso de “El Aviador” se pueden leer motivos mucho mas nobles, valientes y heroicos producto de la ignominia de su tratamiento y la crueldad de quienes fallaron malamente en protegerlo, que hacen a su legado uno de gran dignidad y mucho valor cívico: 1) Quiso evitar que su caso se convirtiera en un ejemplo a seguir para el tratamiento a otros ciudadanos y jóvenes que también están en sus mismas circunstancias; 2) Quiso prevenir a su esposa y familiares de la vergüenza y la vejación al formar filas en las largas colas de degradación humana en que se traduce un día de visita en un penal venezolano; 3) Quiso acabar con el sufrimiento injusto de sus nietos ajenos a todo esto y que sin embargo crecerán con el estigma del familiar culpable sin juicio justo y sentenciado a priori por un régimen inescrupuloso que apartado del respeto al mas elemental derecho a la defensa condena sin juicio a la voz de sus altos representantes jurando así proteger la Constitución Nacional que en realidad pisotean con la excusa del amor patrio; y finalmente 4) Quiso proteger su propia integridad moral y física de un destino potencialmente incierto y mortal, alimentado por un ambiente violento que se revela en la inseguridad y la violencia como prueba del impune fracaso de este “proceso” que se mide en miles de muertos anualmente por causas nada naturales.

¡Acto de amor este el de “El Aviador”! que pagó con su vida el precio mas alto que pagan los héroes de hoy por darnos una realidad mejor a la que tenemos.

Su legado se me antoja sólido, firme, seguro; una chispa libertaria indómita que con su decisión se confirma la dignidad, el valor y el verdadero amor que tenemos los venezolanos, no el de aquellos que vociferan su amor vacío para la satisfacción de sus egos o proyectos sectarios y excluyentes, sino uno sencillo, humilde y callado que granito a granito aporta con su vida ejemplar un bloque inmenso que nos hace soñar con la Venezuela posible y que está entre nosotros en el regazo del abuelo o la madre amorosa, la pareja trabajadora, el joven estudiante y la familia tradicional que solo aspira una vida ciudadana tranquila, pacífica y segura, traicionada una y otra vez por líderes egoístas y ambiciosos que dicen amarnos pero que en realidad solo aman su propia existencia y están dispuestos a lo peor para alcanzar sus fines y propósitos, tan perversos como los métodos que  llevaron a “El Aviador” a encontrarse con su destino final.

Este último y solitario vuelo de “El Aviador” me invita a rezar por un encuentro espiritual con su creador que valore positivamente el amor de su gesto, le de paz a su alma y sobretodo nos deje un camino de luz a todos aquellos que intentamos retomar el camino de la paz en este país tan perdido, confundido y entrampado en una retórica revolucionaria que solo nos ha dejado muerte, pobreza, tristeza y desamor. Sus deudos tal vez no lo vean ahora, pero con el pasar del tiempo podrán sentirse cada vez mas orgullosos del gesto y valor de quien ofreció su vida por amor, sin apego y con verdadero sentido de protección, como el mejor de los padres de familia.

No auguro el mismo destino a otros en cuya maldad recae la verdadera responsabilidad del destino de “El Aviador” y a quienes solo les espera el olvido, pero cuyas conciencias penarán mas allá del fin de su tiempo. Y las consecuencias de su maldad la seguirán heredando quienes tendrán que cargar el bagazo de haber sido enrostrados descendientes de su cobardía, irresponsabilidad, ceguera y estupidez de creer que su verdad bien vale la muerte - de otros - por el solo hecho de pensar distinto.

Como hemos visto, les seguirá llegando su hora…

José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com

democraciatuya@gmail.com

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