"Nadie tiene mayor amor
que el que da su vida por sus amigos."
Juan, 15:13.
Rodolfo González - El Aviador – entregó su vida al tomar una trágica
decisión nada carente de amor ni de valor – sino todo lo contrario - mientras
penaba sin destino judicial cierto por la falta de un juicio justo y las
presiones perversas y despiadadas que vemos con estupor ocurren con la anuencia
de los llamados precisamente a promover la justicia y el debido proceso.
Según sus familiares, “El Aviador” tomó la terrible decisión ante
su presunto e inminente traslado a un centro penitenciario de máxima seguridad
en el cual sería puesto junto a la población penal en circunstancias y
condiciones que podemos anticipar serían de mucha dificultad y precariedad. El
Aviador no tendría allí ningún chance y por ello es aún mas perversa su tortura
emocional. Tenía ¡64 años!, vividos en la aparente normalidad de la vida simple,
tranquila y ordinaria alterada solamente por los hechos que lo llevaron a su trágico
destino y que revelan no solo su calidad humana, sino su inocencia indiscutible
de todo cuanto pudo haber sido acusado y enjuiciado.
¿Y cuál fue el delito de “El Aviador”? No lo sabremos jamás. A
pesar de haber sido detenido durante los eventos de 2014 su juicio fue
engavetado por una madeja de complicidades y perversiones muy claras e
identificables por nombres, apellidos y patrimonio injustificables y tal como
dice la ley penal venezolana toda acusación o juicio termina con la muerte del acusado.
¡Caso cerrado pues!
Además de otro caso inconcluso para la historia, “El Aviador” dejó
familia y legado. Una esposa de muchos años, hijos y nietos quienes sufren y
lloran incapaces de justificar cuerda y sensatamente la muerte de su ser amado,
aunque por declaraciones públicas podemos intuir el heroísmo de quien lucía
como un hombre común, cabeza de una familia típica y tradicional de esas de las
que muchos sentimos estar perdiendo ante la trágica realidad revolucionaria.
Uno tiende a pensar que un hombre solamente se quitaría la vida voluntariamente
en circunstancias de extrema fragilidad emocional y debilidad espiritual,
incluso en un caso como este aún pendiente de investigarse si pudo haberse
inducido al suicidio.
Pero en el caso de “El Aviador” se pueden leer motivos mucho mas nobles,
valientes y heroicos producto de la ignominia de su tratamiento y la crueldad
de quienes fallaron malamente en protegerlo, que hacen a su legado uno de gran
dignidad y mucho valor cívico: 1) Quiso evitar que su caso se convirtiera en un
ejemplo a seguir para el tratamiento a otros ciudadanos y jóvenes que también
están en sus mismas circunstancias; 2) Quiso prevenir a su esposa y familiares
de la vergüenza y la vejación al formar filas en las largas colas de
degradación humana en que se traduce un día de visita en un penal venezolano;
3) Quiso acabar con el sufrimiento injusto de sus nietos ajenos a todo esto y que
sin embargo crecerán con el estigma del familiar culpable sin juicio justo y sentenciado
a priori por un régimen inescrupuloso que apartado del respeto al mas elemental
derecho a la defensa condena sin juicio a la voz de sus altos representantes
jurando así proteger la Constitución Nacional que en realidad pisotean con la excusa
del amor patrio; y finalmente 4) Quiso proteger su propia integridad moral y física
de un destino potencialmente incierto y mortal, alimentado por un ambiente
violento que se revela en la inseguridad y la violencia como prueba del impune fracaso
de este “proceso” que se mide en miles de muertos anualmente por causas nada
naturales.
¡Acto de amor este el de “El Aviador”! que pagó con su vida el
precio mas alto que pagan los héroes de hoy por darnos una realidad mejor a la
que tenemos.
Su legado se me antoja sólido, firme, seguro; una chispa
libertaria indómita que con su decisión se confirma la dignidad, el valor y el
verdadero amor que tenemos los venezolanos, no el de aquellos que vociferan su
amor vacío para la satisfacción de sus egos o proyectos sectarios y excluyentes,
sino uno sencillo, humilde y callado que granito a granito aporta con su vida
ejemplar un bloque inmenso que nos hace soñar con la Venezuela posible y que
está entre nosotros en el regazo del abuelo o la madre amorosa, la pareja
trabajadora, el joven estudiante y la familia tradicional que solo aspira una
vida ciudadana tranquila, pacífica y segura, traicionada una y otra vez por
líderes egoístas y ambiciosos que dicen amarnos pero que en realidad solo aman
su propia existencia y están dispuestos a lo peor para alcanzar sus fines y
propósitos, tan perversos como los métodos que llevaron a “El Aviador” a encontrarse con su
destino final.
Este último y solitario vuelo de “El Aviador” me invita a rezar
por un encuentro espiritual con su creador que valore positivamente el amor de
su gesto, le de paz a su alma y sobretodo nos deje un camino de luz a todos
aquellos que intentamos retomar el camino de la paz en este país tan perdido,
confundido y entrampado en una retórica revolucionaria que solo nos ha dejado
muerte, pobreza, tristeza y desamor. Sus deudos tal vez no lo vean ahora, pero
con el pasar del tiempo podrán sentirse cada vez mas orgullosos del gesto y
valor de quien ofreció su vida por amor, sin apego y con verdadero sentido de
protección, como el mejor de los padres de familia.
No auguro el mismo destino a otros en cuya maldad recae la
verdadera responsabilidad del destino de “El Aviador” y a quienes solo les
espera el olvido, pero cuyas conciencias penarán mas allá del fin de su tiempo.
Y las consecuencias de su maldad la seguirán heredando quienes tendrán que
cargar el bagazo de haber sido enrostrados descendientes de su cobardía,
irresponsabilidad, ceguera y estupidez de creer que su verdad bien vale la
muerte - de otros - por el solo hecho de pensar distinto.
Como hemos visto, les seguirá llegando su hora…
José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com
democraciatuya@gmail.com
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