sábado, 25 de abril de 2015

Bachacámaras a elecciones


El socialismo es la filosofía del fracaso,
el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia;
su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria.
Wiston Churchill – ex Primer Ministro de Inglaterra

Es sorprendente la manera inexplicable como vienen conduciendo los asuntos de Estado quienes encarnan el Socialismo del Siglo XXI cuyo actuar confirma el decir de Churchill mas aún cuando sus decisiones aceleran el estrepitoso fracaso del modelo económico que con terquedad suicida pretenden imponer en Venezuela.

Una larga lista de fracasos, incluidos la incapacidad para controlar la inflación, indisciplina e irracionalidad en el gasto, endeudamiento sin planes de recuperación de inversión, impresión de dinero inorgánico, políticas monetarias erradas, controles de costos y precios que promueven escases y desabastecimiento, control de cambios que estimula la fuga de capitales, criminalización de la actividad económica que ahuyenta la producción y acaba con el empleo, persecución a empresarios justos por ausencia de pecadores, concentración de medios de producción en monopolios estatales ineficientes, expropiaciones sin justiprecio ni causa justa, estímulo a la gestión laboral improductiva, opacidad en la gestión pública, peajes y controles administrativos que limitan la libre circulación de bienes y prestación de servicios, concentración del poder central en todo asunto económico, corrupción rampante e impune, fracaso en la gestión de empresas del Estado o aquellas malamente expropiadas, se juntan como evidencia de una torpe interpretación de lo que es el socialismo moderno, al menos si lo comparamos con países hermanos y vecinos como Ecuador, Brasil y Chile, mas aún con socialismos de avanzada como el que predomina en Noruega, que desdicen con hechos al célebre político inglés.

Ni guerra económica, ni falsos imperios, ni males de la cuarta, ni oligarcas apátridas, mucho menos vicios del capitalismo, tienen que ver con el embrollo en que este gobierno nos ha metido. Simplemente son políticas públicas diseñadas y ejecutadas en función a un modelo y plan de la patria que está llevando al colapso la economía nacional y con ella las posibilidades de todos sus ciudadanos de hacerse de una vida digna y esperanzada en que el Estado y su gobiernos actúen como factores de cohesión social para promover el progreso colectivo y no como gavillas corruptas y cómplices que ocupan espacios de poder animados por el lucro propio, el odio al contrario y las revanchas históricas, sedientos de luchas fratricidas que nada bueno nos han dejado y ya son parte de la historia fracasada de una revolución frustrada en esperanzas de cambio como jamás tuvimos oportunidad antes y ya no es.

Lo que se nos presenta como el día a día de una nación que perdió todo rumbo y razón, ahogada en una ideología agotada e inútil, es el despilfarro impúdico de la inmensa renta petrolera animado por la golilla populista que tanto atrae a oportunistas pululantes alrededor de intrigas palaciegas y las promesas lisonjeras que seducen a beneficiarios incautos persuadidos de que la única salida a su abandono y exclusión es hacer la cola inerte y complaciente a la espera de la dádiva posible e incierta, que se mezcla con las confabulaciones de genios de la gestión oscura de la cosa pública que se apropian ilícitamente para engrosar cuentas cifradas de ultramar a nombre de sujetos cuya fortuna no es posible explicar sin cuestionarnos su origen y verdaderos titulares.

Registros interminables e inoperantes que solo sirven de centros de control del poder y de peajes, piedras fundacionales que se reinauguran en un interminable rosario de relanzamientos de planes que nadie conoce pero todos aplauden haciendo coro al animador de turno, unido a cuanto racionamiento sea políticamente redituable, distribución subjetiva y opaca de contratos y demás privilegios que se otorgan pagando favores a los amigos de la revolución y demás perversiones del poder concentrado en una hegemonía excluyente y promovida por órganos del Estado cuyo actuar deshonra al espíritu, propósito y razón de una legítima intención constituyente defraudada por mecanismos inoperantes de control recíproco de los poderes públicos, es a lo que se ha reducido esta gestión de gobierno.

El discurso irracional y agresivo a todo lo que se perciba como indócil y contrario a la filosofía hegemónica llegó al sumun del absurdo cuando los asesores del Presidente lo convencieron de ejecutar una estrategia desesperada de declarar su odio abierto y manifiesto a todo lo que se le oponga prometiendo revolcones sin soluciones, incluso cometiendo arbitrariedades inconstitucionales secundadas por burócratas bien anclados en el quicio de la tolerancia al crear una suerte de clasificación subjetiva y trivial de empresarios buenos y malos, medios buenos y malos, revolucionarios buenos y opositores malos, con la condena figurativa a muerte, la prisión real o el exilio eventual a estos últimos como sanción impuesta a través leyes inconstitucionales que aplican al enemigo de turno, así sea un amigo de antaño, por el solo hecho de desafiar abiertamente la revolución.

Con ese reduccionismo lógico los jerarcas de este gobierno ven enemigos en todas partes menos detrás de su propia sombra donde buscan refugio muy rentable los verdaderos y mas peligrosos enemigos del Estado, los que ejercen activa o indirectamente poder y han terminado tejiendo una madeja jurídica imposible de salvar y que desafía toda lógica, práctica e historia exitosa de manejo de país civilizado cualquiera sea su ideología, incluso los socialistas que mencionamos ya.

Estamos pagando con sangre, prisión, hambre, atraso y represión la traición a nuestras conquistas constitucionales por los caprichos de una revolución trisoleada que dejó a Bolívar en el camino para importar una ideología fracasada que solo sirve de ancla a un grupo de oportunistas que si bien no son la mayoría han sabido abusar del poder uniformado y la paciencia colectiva, organizados en una suerte de “Bachacámaras” que agrupa a todo aquel que quiera o pueda apoyarse en el gobierno para aprovecharse de sus falencias y decadencias.

El dilema del demócrata, como el de quien defiende los derechos humanos, es que la victoria real no se alcanza en la revancha que confirma ganador al adversado, sino a través del riesgoso ejercicio de los derechos aún incautados y la manifestación masiva e inequívoca de una voluntad auténtica de cambio, usualmente muy costosa pero que se encuentra en hacer de la democracia una causa común aún en perjuicio propio y para el beneficio de otros incluso aquellos con los que solo coincidimos en la idea de una patria justa y de mejores oportunidades para los que vienen, a quienes le debemos un país mejor que el que recibimos y les estamos volviendo a fallar sosteniendo con nuestros votos a una revolución que les teme a rabiar porque el emerger de la democracia institucional promovida por hombres íntegros es la muerte insepulta para todos aquellos que respiran a través del absurdo llamado de Socialismo del Siglo XXI.

Este año volvemos a elecciones, posiblemente amañadas, dudosas y extrañas, pero es la única oportunidad civilizada y progresista de poder hacer la tarea asignada e incompleta que está dibujada en la buena intención constituyente.

A usted le toca elegir, a sus hijos pagar el precio…

José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com

democraciatuya@gmail.com

martes, 14 de abril de 2015

De Tinoquitos a Merentitos - mas de lo mismo


La Providencia Administrativa Cencoex 011 que intenta concentrar y monopolizar en la “banca pública” el financiamiento al consumo lanzando la carnada de financiar el consumo de venezolanos en el exterior a tasas de cambio privilegiadas y artificiales demuestra una vez mas que esta revolución no es mas que la degradación de lo mas negro de la cuarta república que tanto culpa del origen de sus males.

Mas allá de las consideraciones macroeconómicas, cambiarias y políticas detrás de la medida, el hecho subyacente que la Providencia Cencoex 011 expone es la costumbre enquistada en nuestros gobernantes de utilizar el poder y la ley como herramienta de control y beneficio de intereses grupales en desprecio del Estado de Derecho, la justicia, la lógica y los mas elementales principios de la evolución colectiva integral y progresista que caracteriza a sociedades y países civilizados.

Esto no es nuevo, lamento reconocer. Todavía está fresca en la memoria el pregón agorero de la emisión de los “tinoquitos”, unos billeticos de 1 y 2 bolívares emitidos en 1989 por la desaparición subrepticia de monedas equivalentes ya que debido a la devaluación su valor en metal fundido era sustancialmente mayor al signo monetario que representaban, bautizados popularmente en honor al inefable presidente del Banco Central de la época quien al mismo tiempo despachaba como Presidente del Banco Latino, que emblemáticamente emergería durante esa gestión como el líder en activos y pasivos de la banca por obra y gracia de la concentración de poder e influencia y la ejecución de las peores prácticas de gestión bancaria y financiera que se habían visto hasta entonces, solapando funciones de regulador y regulado, y cuya estrepitosa caída un quinquenio mas tarde precipitada por intereses subyugados por el poder recién inaugurado, nos arrastró a la crisis financiera mas grande hasta la de hoy, que supera toda la historia pasada y junta, pero que solo es otro eslabón de la cadena continua y perversa de acceso y abuso de poder que mantiene a Venezuela como rehén de bandas que se baten electoralmente por la alforja petrolera sin ningún interés de desarrollar colectivamente la nación ni fundar una sociedad movida por el Estado de Derecho y que impúdica e inútilmente dibujan en preciosismos constitucionales que ni esperan ni aspiran cumplir.

La nulidad por inconstitucionalidad e ilegalidad de la Providencia 011 es mas que obvia y será prolija en denuncias, argumentos y recursos jurídicos en su contra que conoceremos en los próximos días, así como en creativos, falaces e inapelables dicta” que colmarán obscenamente una vez mas la paciencia de cualquiera que sostenga la necesidad perentoria de Estado de Derecho como oxigeno para el reencuentro social. Aquí señalaremos alguno por divertimento puro.

El desafuero con que actúan los autores de la Providencia 011, promovida por el Presidente del BCV y respaldada por un conciliábulo judicial que siempre cuadra la cosa “para que nunca se equivoquen”, solo se equipara con la ineptitud confesa al reconocer en ella misma la imprevisión anual de la cuota y régimen modificado a mitad de camino, que fomentó y validó la pillería de algunos llamados peyorativamente “raspa-cupos” que simplemente ejercieron “su derecho anticipadamente” mientras que el grueso fue despojado de su derecho como consecuencia exclusiva de esa imprevisión de quienes solo hace días llamaban al país a la paciencia y anunciaban la estabilidad anual del presupuesto en cuestión, mientras masacran el valor del bolívar y empobrecen todo con políticas inorgánicas de liquidez cuya culpa pretenden asignar a quienes simplemente reportan el resultado de su gestión o a quienes intentan desarrollos productivos para honrar ilusiones y salvar inversiones – a pesar de ellos.

La Providencia 011 cita en su encabezado el argumento de su propia ilegalidad, aunque a nadie importe, ya que ni el Numeral 5 del Artículo 6 del Decreto 903 ni el Artículo 20 del Decreto 601 autorizan al Cencoex a modificar el concepto del “Operador Cambiario Autorizado” establecido en la Ley de Régimen Cambiario, cuya definición compete exclusivamente al Banco Central de Venezuela. En un país donde existe el imperio de la ley, esto sería relevante; aquí, un simple detalle formal.

Además, la Providencia 011 concentra monopólica y cartelizadamente en la “Banca Pública” todo el sistema de financiamiento al consumo de viajeros en el exterior a través de tarjetas de crédito y a tasas de cambio preferenciales, lo cual además de ser aburridamente inconstitucional e ilegal es sencillamente imposible de ejecutar por una banca que ni siquiera ha podido atraer para sí en libre competencia el financiamiento del consumo de quienes son afines al régimen.

Es fácil y triste predecir el fracaso de esta medida ante la imposibilidad técnica financiera y humana de la banca pública para satisfacer la totalidad del mercado, lo cual hace igualmente predecible el surgimiento de nuevos peajes, manejos, cortapisas y tráfico de influencias que tanto atraen a esta revolución y se harán obvias a través de los reclamos de aquellos que serán excluidos del crédito cartelizado y monopólico bajo el subterfugio de no haber llenado los requisitos mínimos para la concesión del crédito al consumo y la emisión del plástico que además está escaso, a pesar de que la banca privada ya ha considerado estos usuarios como riesgo viable por haberles concedido el mismo crédito al mismo consumo bajo el régimen vigente hasta hoy.

La banca - pública o privada - presta un servicio público de interés general, de orden público y sometido a un régimen de seguimiento y controles que se supone de estricto cumplimiento y reglas precisas; y sus fines son mucho mas elevados que la torcedura de muñeca que plantea el modelo fallido del plan de la patria. La Ley de Régimen Cambiario establece en su Artículo 2 lo que debe entenderse por Operador Cambiario. La Providencia 011 utiliza ilegalmente la figura del Operador Cambiario Autorizado – limitándolo a la llamada banca pública y excluyendo a la banca privada en contradicción al artículo 10 de la misma ley, con el fin burdo y evidente de controlar y concentrar el financiamiento al consumo de los venezolanos forzando amañadamente el control y financiamiento de sus consumos en el exterior aún cuando Cencoex no tiene la competencia para crear tal división y de tenerla lo haría contraviniendo la ley que la regula y en definitiva lo haría a través de prácticas prohibidas para excluir competidores y consumidores del régimen que ahora aspiran administrar con la poca transparencia que caracteriza a este gobierno, en franca contradicción a los principios constitucionales que repudian los monopolios, la cartelización y demás prácticas para limitar los derechos de los consumidores y restringir la oferta de servicios.

La Ley de Costos y Precios Justos que este gobierno se dio a si mismo para acorralar al empresariado es un callejón sin salida que también obliga a las personas de derecho público y faculta a la temible SUNDDE para literalmente atacar los efectos nocivos y restrictivos derivados de las prácticas monopólicas y de cartelización, así como defender, salvaguardar y proteger los derechos e intereses individuales, colectivos y difusos en el acceso de las personas a los bienes y servicios para la satisfacción de sus necesidades.

Pero Merentes hoy, como su antecesor, tiene la intención clara de abusar de todo el poder que la impunidad del régimen le permita para masacrar el sistema financiero privado que “no trae sus propios dólares” como algunas veces ha hecho público, destruyendo inorgánicamente el valor del bolívar y lanzando un misil jurídico para destruir ilegítimamente a la banca privada como forma de dominar el mercado con atajos y cortapisas como él solo conoce, con la triste, histórica y predecible consecuencia de encontrarse una vez mas con su estrepitoso fracaso como regulador, para el deleite de nuevos ricos y enchufados, dejando atrás cual banquero prófugo una estela de usuarios cuyo empobrecimiento sin causa los hará acreedores de una deuda que ni crearon ni merecen.

Hubiera sido mucho mas simple eliminar hace tiempo este régimen cambiario subsidiado y sabrosón, el viajero y todos los demás, pero estos burócratas acostumbrados a prácticas ocultas y poco transparentes, amparados en la impunidad que el poder ofrece, le han sacado mucho y además no pueden actuar distinto. Como el alacrán, esa es su naturaleza.

El problema es que los consumidores acostumbrados al oportunismo de la cuarta y la quinta ya corren y hacen cola para llenar sus planillas en el Bicentenario, Tesoro, Industrial y Venezuela para que le den lo suyo, sin darse cuenta que al hacerlo dejaron la cola del supermercado para conseguir los productos de la cesta básica que al ministro de adscripción se le podría ocurrir concentrar su venta en la red pública de farmacias y supermercados.

¿Se imaginan? ¡Así estamos!

José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com
democraciatuya@gmail.com


El Acto de Amor de don Rodolfo Gonzalez - El Aviador - y la esperanza que enciende.


"Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos."
Juan, 15:13.

Rodolfo González - El Aviador – entregó su vida al tomar una trágica decisión nada carente de amor ni de valor – sino todo lo contrario - mientras penaba sin destino judicial cierto por la falta de un juicio justo y las presiones perversas y despiadadas que vemos con estupor ocurren con la anuencia de los llamados precisamente a promover la justicia y el debido proceso.

Según sus familiares, “El Aviador” tomó la terrible decisión ante su presunto e inminente traslado a un centro penitenciario de máxima seguridad en el cual sería puesto junto a la población penal en circunstancias y condiciones que podemos anticipar serían de mucha dificultad y precariedad. El Aviador no tendría allí ningún chance y por ello es aún mas perversa su tortura emocional. Tenía ¡64 años!, vividos en la aparente normalidad de la vida simple, tranquila y ordinaria alterada solamente por los hechos que lo llevaron a su trágico destino y que revelan no solo su calidad humana, sino su inocencia indiscutible de todo cuanto pudo haber sido acusado y enjuiciado.

¿Y cuál fue el delito de “El Aviador”? No lo sabremos jamás. A pesar de haber sido detenido durante los eventos de 2014 su juicio fue engavetado por una madeja de complicidades y perversiones muy claras e identificables por nombres, apellidos y patrimonio injustificables y tal como dice la ley penal venezolana toda acusación o juicio termina con la muerte del acusado. ¡Caso cerrado pues!

Además de otro caso inconcluso para la historia, “El Aviador” dejó familia y legado. Una esposa de muchos años, hijos y nietos quienes sufren y lloran incapaces de justificar cuerda y sensatamente la muerte de su ser amado, aunque por declaraciones públicas podemos intuir el heroísmo de quien lucía como un hombre común, cabeza de una familia típica y tradicional de esas de las que muchos sentimos estar perdiendo ante la trágica realidad revolucionaria.

Uno tiende a pensar que un hombre solamente se quitaría la vida voluntariamente en circunstancias de extrema fragilidad emocional y debilidad espiritual, incluso en un caso como este aún pendiente de investigarse si pudo haberse inducido al suicidio.

Pero en el caso de “El Aviador” se pueden leer motivos mucho mas nobles, valientes y heroicos producto de la ignominia de su tratamiento y la crueldad de quienes fallaron malamente en protegerlo, que hacen a su legado uno de gran dignidad y mucho valor cívico: 1) Quiso evitar que su caso se convirtiera en un ejemplo a seguir para el tratamiento a otros ciudadanos y jóvenes que también están en sus mismas circunstancias; 2) Quiso prevenir a su esposa y familiares de la vergüenza y la vejación al formar filas en las largas colas de degradación humana en que se traduce un día de visita en un penal venezolano; 3) Quiso acabar con el sufrimiento injusto de sus nietos ajenos a todo esto y que sin embargo crecerán con el estigma del familiar culpable sin juicio justo y sentenciado a priori por un régimen inescrupuloso que apartado del respeto al mas elemental derecho a la defensa condena sin juicio a la voz de sus altos representantes jurando así proteger la Constitución Nacional que en realidad pisotean con la excusa del amor patrio; y finalmente 4) Quiso proteger su propia integridad moral y física de un destino potencialmente incierto y mortal, alimentado por un ambiente violento que se revela en la inseguridad y la violencia como prueba del impune fracaso de este “proceso” que se mide en miles de muertos anualmente por causas nada naturales.

¡Acto de amor este el de “El Aviador”! que pagó con su vida el precio mas alto que pagan los héroes de hoy por darnos una realidad mejor a la que tenemos.

Su legado se me antoja sólido, firme, seguro; una chispa libertaria indómita que con su decisión se confirma la dignidad, el valor y el verdadero amor que tenemos los venezolanos, no el de aquellos que vociferan su amor vacío para la satisfacción de sus egos o proyectos sectarios y excluyentes, sino uno sencillo, humilde y callado que granito a granito aporta con su vida ejemplar un bloque inmenso que nos hace soñar con la Venezuela posible y que está entre nosotros en el regazo del abuelo o la madre amorosa, la pareja trabajadora, el joven estudiante y la familia tradicional que solo aspira una vida ciudadana tranquila, pacífica y segura, traicionada una y otra vez por líderes egoístas y ambiciosos que dicen amarnos pero que en realidad solo aman su propia existencia y están dispuestos a lo peor para alcanzar sus fines y propósitos, tan perversos como los métodos que  llevaron a “El Aviador” a encontrarse con su destino final.

Este último y solitario vuelo de “El Aviador” me invita a rezar por un encuentro espiritual con su creador que valore positivamente el amor de su gesto, le de paz a su alma y sobretodo nos deje un camino de luz a todos aquellos que intentamos retomar el camino de la paz en este país tan perdido, confundido y entrampado en una retórica revolucionaria que solo nos ha dejado muerte, pobreza, tristeza y desamor. Sus deudos tal vez no lo vean ahora, pero con el pasar del tiempo podrán sentirse cada vez mas orgullosos del gesto y valor de quien ofreció su vida por amor, sin apego y con verdadero sentido de protección, como el mejor de los padres de familia.

No auguro el mismo destino a otros en cuya maldad recae la verdadera responsabilidad del destino de “El Aviador” y a quienes solo les espera el olvido, pero cuyas conciencias penarán mas allá del fin de su tiempo. Y las consecuencias de su maldad la seguirán heredando quienes tendrán que cargar el bagazo de haber sido enrostrados descendientes de su cobardía, irresponsabilidad, ceguera y estupidez de creer que su verdad bien vale la muerte - de otros - por el solo hecho de pensar distinto.

Como hemos visto, les seguirá llegando su hora…

José Andrés Ponce
Democracia Integral
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