viernes, 22 de julio de 2016

¡Los CLAP también fallarán! ¿Por qué?



La manera que vemos el problema es el problema”.
Stephen Covey.

La intención detrás de la iniciativa de los CLAP y de toda la legislación económica revolucionaria está condenada al fracaso entre otras razones porque asume la distribución institucional como arma enemiga de la llamada guerra económica y tiende a restarle importancia al valor de la cadena de comercialización como elemento fundamental del proceso que lleva productos al consumidor final, despreciándola precisamente como herramienta inevitable, efectiva, eficiente y rentable para ganarla.

La distribución masiva, que no debe confundirse con la logística militar para llevar pertrechos al frente de batalla, es un proceso muy complejo, con muchas variables y factores asociados directamente al producto distribuido, a la serie de eslabones de su cadena de distribución, a las necesidades específicas de los consumidores, a sus hábitos de consumo y a su poder de compra.

Como dije, la distribución institucional y masiva es un proceso eminentemente eficiente, efectivo, rentable e inevitable - aunque se discuta si es una ineficiencia del proceso de comercialización porque no agrega valor – y su mala ejecución puede acabar con cualquier iniciativa económica. No existe fabricante en el mundo que pueda llevar toda su producción directamente a las manos de sus consumidores, menos aún sin el apoyo de estructuras y herramientas de acopio y distribución, llámelos operadores, transportistas, almacenes logísticos, de mayoristas o de detallistas. No porque sea imposible per se, sino porque no hay producto que lo pague ni estructura de costos que lo soporte.

Una distribución eficiente, efectiva y rentable se mide por indicadores muy concretos como son la “Distribución Numérica”, que mide la presencia de productos en todos los puntos donde se puedan conseguir; la “Distribución Ponderada”, que mide la capacidad para estar presente en aquellos puntos donde haya mas actividad volumétrica y se pueda conseguir el producto; el “Costo de Distribución”, que es un valor expresado como un porcentaje sobre el precio del producto y mide la rentabilidad del proceso; y el “Tiempo de Distribución”, que mide el tiempo desde que el producto sale de la fábrica hasta que llega al consumidor. Con estos 4 indicadores se puede determinar si un proceso de distribución es viable o no.

Cuando el gobierno promueve que grupos atomizados de pequeños productores inviertan su tiempo y esfuerzo en iniciativas populares sin ofrecer asistencia para el manejo eficiente de su producción; cuando promueve iniciativas comunales como los CLAP para llevar directamente a la despensa de cada familia los productos requeridos sin prestar atención a las necesidades particulares de suministro y logística de sus usuarios; cuando plantea unir esas dos puntas sin la lógica y el cacumen de las mejores prácticas sino con la mentalidad militar para la logística de pertrechos usual para hacer la guerra, lo está condenando al fracaso.

Este modelo de abastecimiento (CLAP) fallará por tres (3) razones fundamentales: primero, porque aspira llegar directamente a cada familia lo cual implica un universo numérico imposible de ponderar como se hace con los grandes centros de abasto o distribución – mayoristas, detallistas o cadenas especializadas - puesto que la despensa de la familia venezolana es tan particular y variada como la familia misma; segundo, porque la logística de almacenamiento y transporte de los CLAP implica una inversión en estructura, recursos, procesos y talento humano que los productos transportados en las bolsas CLAP – a los precios regulados y ficticios a que se venden – son incapaces de financiar; y tercero, porque el proceso diseñado es tan largo, engorroso e ineficiente que los consumidores encontrarán mas práctico procurárselos ellos mismos en la cantidad, calidad, precio y lugar de expendio que les sea mas conveniente, así sea teniendo que pasar la frontera a trompicones y por encima de piquetes militares de contención.

Por otro lado, el modelo que se deduce de la Misión de Abastecimiento y Producción propone pequeños productores atomizados como alternativa - en lugar de complemento - a los grandes inversionistas y productores que huyen despavoridos por la falta de oportunidad funcional y rentable a sus inversiones, que para ser ejecutable necesitaría estructuras gigantes y procesos de cooperación y acopio masivos para llevar la producción a las manos de los consumidores y que no se ven por ninguna parte.

Finalmente, los consumidores que pagan por las bolsas contentivas de productos distribuidos por los CLAP aspirarán eventualmente recibir productos en calidad, cantidad y variedad que responda a sus necesidades particulares y no a la decisión del oficial de rango y turno; así entonces, los CLAP requerirán estructuras, operaciones y centros para llevar al consumidor solo aquellos productos que demanda, que los militares no entienden ni aceptan y que terminan “empujando” a fuerza de sable lo que los hambrientos aceptan temporalmente por su circunstancia pero que desecharán tan pronto surjan estructuras alternativas mas eficientes, sea la frontera, los bachaqueros, las destruidas cadenas de distribución tradicionales o cualquier otra.

Es posible que un militar soñador o trasnochado pueda poner en papel una campaña logística para lograr sendas mega-estructuras de acopio y distribución. Lo que no es posible es financiarla. ¡Así de simple!

José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com

democraciatuya@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario