La aceptación de la opresión por parte del oprimido
acaba por ser complicidad;
la cobardía es un consentimiento;
existe solidaridad y participación vergonzosa
entre el gobierno que hace el mal
y el pueblo que lo deja hacer.
Víctor Hugo
¿Que mas decir que no se haya dicho para denunciar la soberana
estupidez de los que insisten en un modelo históricamente fallido y de los que esperan
pululantes el milagro de creer ganarse la lotería en una bolsa de CLAP que le
caiga de alguna parte – desesperadamente de donde sea - sin asumir la
responsabilidad de su propio destino?
¡Nada!
A eso – ¡a nada! - se resume
el espejismo llamado CLAP, la mas reciente herramienta de subyugación de la
revolución bolivariana. Los Comité Locales de Abastecimiento y Producción, que falazmente
administrarán la Gran Misión de Abastecimiento y Producción y que suponen
deferir al estamento militar atribuciones presidenciales – inconstitucionalmente
y sable en mano – para insistir en políticas fracasadas que se alinean y
enfilan como vagones de tren rumbo al despeñadero de la larga y fracasada serie
de misiones que salvo hacer billonarios a trisoleados verde oliva y sus secuaces
lo único que hace es demostrar el fracaso de una revolución populista,
ineficiente e inefectiva que no resiste democráticamente el mas mínimo viento
de cambio y que nada nuevo aportó a la Venezuela rentista que en sus manos hoy pordiosea
limosnas en comida y medicinas porque no puede hacer otra cosa sin que un “control” oficialista y ahora
oficialmente castrense lo impida, con la complicidad capitulante de los demás poderes
públicos.
¡Una bolsa para un bolsa! pareciera
ser la consigna para llevar a manos de unos pobres y defraudados afortunados
que le venden sin libertad de escoger su precio, contenido, calidad, cantidad y
lugar de procedencia y que sucumben otra vez a lambucear la migaja de la piñata
que los revolucionarios han saqueado y que a vista de ojos ni siquiera es
suficiente para ciudadanos cuyo destino parece ser pulular entre colas, censos
y registros a la espera de algo que ya ni creen es su derecho constitucional. Y
si, los bolsas sobran, pero las bolsas no alcanzan para todos.
Las academias y sus representantes, los actores económicos,
políticos y sociales, los organismos internacionales, las organizaciones
religiosas de cualquier denominación, las estadísticas macro, micro y hasta las
cifras amañadas oficialmente señalan con absoluta, exclusiva y única
responsabilidad y a gritos a una revolución
tarúpida que no solo ha diseñado mal, sino ejecutado peor, corrupta y
mediocremente, la oferta engañosa de la transformación, generando una camada de
buitres – enchufados locales y extranjeros – que ante la estupidez funcional de
comandantes supremos y sus herederos no terminan de aceptar lo que los hechos a
simple pepa de ojo le restriegan en la cara: la revancha populista, el odio revolucionario, el discurso de clases y
la vendetta disque popular, junto a la incompetencia manifiesta para diseñar y
ejecutar políticas públicas sensatas, liberales y progresistas nos llevó a la
quiebra económica y como nación. ¡Así de simple!, por mas doloroso que sea
decirlo y vivirlo.
Como serán de malas estas políticas públicas revolucionarias que
pretenden ocultar en subterfugios agotados de guerra económica, crisis
petrolera y toda la retahíla exótica y agotada de excusas que serían
pintorescas si no fuera por sus efectos que pagamos todos con este estado de destrucción
y pobreza social y económica en que vivimos, que un Adeco emblemático y
representativo de la llamada cuarta república se ha convertido en el portavoz
autorizado y legitimado por el voto popular del malestar social y de la
protesta y es la caja de resonancia de la insatisfacción que crece y se
multiplica aunque se haya puesto de contenedor al mismísimo padrino mayor de la
mafia y de la logia para detener lo que luce indetenible. La economía es terca
y a la revolución solo le quedan decisiones como esta de morir lentamente oponiéndose
a la realidad numérica, fáctica e incuestionable.
Si el contraste evidente del malvivir local versus la abundancia vecina, separadas por una franja fronteriza y de
represión injusta; si la errática interpretación de las decisiones tomadas con
el sosiego y la tranquilidad de la casa matriz que dice ya basta de seguir
creyendo que es posible continuar en estas condiciones; si la lectura errada de
la decisión del Citibank de que nuestro dinero no es bueno ni sirve para nada; si
la respuesta unitaria de la ONU, la OEA, la CEU y el Mercosur señalando las
violaciones, desmanes y fracasos revolucionarios no son suficientes para promover
la reflexión, el diálogo y la reconciliación, entonces nada lo será. ¿Y entonces?...,
hay que asumir que nuestro drama no radica en la ideología revolucionaria, sino
en la escasa inteligencia de quienes la representan.
Los niveles a que ha llegado este régimen para forzar control social, desbordado por la quiebra económica y general del país, solo muestra la evidente
incapacidad de quienes enarbolan la bandera revolucionaria para dar solución a
los problemas mas dramáticos que nos aquejan, que decir para aquellos que no
encabezan los 5 primeros que ya ni siquiera le prestamos atención.
A esto se reduce el CLAPitalismo salvaje: el último eslabón de una cadena interminable de fracasos que se llama
revolución bolivariana y que tiene a nuestro país por este despeñadero
económico, político y social. “Muerto el perro, se acaba la rabia” dijo
alguna vez un sabio; lo que quiero decir es que como lo entiende todo el mundo
civilizado, la reconciliación y la recuperación pasan por el revocatorio en
2016, como alternativa viable, legítima y constitucional para dar un final
pacífico a esta historia oscura, contar las pérdidas y rediseñar el país que
todos queremos, para todos...
José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com
democraciatuya@gmail.com
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