miércoles, 17 de abril de 2013

Las Cacerolas que anuncian vientos turbulentos.



El cacerolazo de la oposición y los llamados de Henrique Capriles a revisar los resultados oficiales de la elección presidencial si bien tienen que superar obstáculos constitucionales, legales y políticos de gran altura para legitimarlos, también deben ser escuchados como el clamor de los venezolanos por una democracia de iguales e incluidos que se reconocen mutuamente y que haga nacer la Venezuela democrática de todos y para todos que pareciera dibujada en la Constitución y todavía no hemos visto realizarse.

Los hechos son verdaderamente simples, pero hay que recapitularlos: Se murió el Presidente Chávez. Se convocó a una elección. Participó el 78% de los votantes. Maduro dice que ganó. Capriles dice que ganó. El CNE declara ganador a Maduro por una diferencia de alrededor de 1,5-2%. Capriles cuestiona la cifra y el CNE proclama a Maduro. Capriles llama al reconteo de todos los votos (cotejo de actas, cuadernos y comprobantes) e impugnación del proceso en caso de validar su queja.

Y aquí estamos, en un país enardecido y dividido en dos toletes en pié de lucha y a menos que se haga un manejo adecuado (legal y políticamente) de la situación, dispuestos a embarcarnos en una aventura que podríamos luego lamentar.

Aceptando la invitación de Capriles al imperio de la razón, yo le planteo a la oposición: Si los actores políticos tienen todas las actas de escrutinio en su poder, entonces alguien miente. O miente Capriles o mienten Maduro y el CNE.

Según Capriles, la única forma de demostrar quien miente es cotejando las actas de escrutinio con los cuadernos de votación y con el 100% de los comprobantes depositados en las cajas, cuyo custodio es el Plan República. Según voceros del oficialismo, aquí ya todo está dicho y no hay nada que cotejar. En mi modesta opinión, dado que el Comando Simón Bolívar alegó una y otra vez tener testigos en el 99.99% de las mesas, lo que procede es que Capriles diga al país cual es el resultado que sus actas, suscritas por sus testigos, arrojan.

Mucha gente confía en Capriles, yo entre ellos, pero para salir a la calle conforme a llamados que evocan otros malos momentos y afilar las armas contra los hechos denunciados, por mas que seamos dos partes iguales, requiere que Capriles esté en condiciones de demostrar, a toda prueba, que lo acompaña la verdad.

Y ¿Cuáles son los problemas y los retos a las objeciones de Capriles?

La Constitución (art 293) exige al CNE garantizar “… la igualdad, confiabilidad, imparcialidad, transparencia y eficiencia de los procesos electorales …” para proteger la soberanía que reside en el sufragio, consagrado (art 63) como el derecho fundamental que se ejerce mediante votaciones libres, universales, directas y secretas, garantizándose la personalización y la representación proporcional. Para la elección del Presidente (art 228), “… se proclamará (quien) hubiere obtenido la mayoría de votos válidos.”

La Ley de Procesos Electorales es muy clara en el tratamiento de los votos manuales y electrónicos, los escrutinios y la manera de reportarlos. Así, dice la ley (art 138) que “El acto de escrutinio, es el proceso mediante el cual se contabilizan y emiten los resultados de la Mesa Electoral…” cuya transparencia está garantizada por actas que (art 142) “… deberán ser legibles, contener la totalidad de la información y llevar la firma de las o los miembros, el Secretario o la Secretaria y las y los testigos electorales presentes”.

El problema de Capriles y la oposición que lo acompaña, me incluyo, es que la petición de recontar y cotejar el 100% de los comprobantes electrónicos en las cajas con las actas y cuadernos – a menos que se impugne al 100% de las actas de escrutinio en su poder – no es un procedimiento constitucional ni legal para determinar la mayoría de votos válidos reconocidos en el proceso eleccionario. O como se dice en criollo, es un saludo a la bandera.

El segundo problema es que la aspiración a dar una solución legal a este impasse es inoficiosa, porque las respuestas jurisdiccionales a esta polémica serían demasiado lentas como para prevenir sus consecuencias. Y viendo como está claro que el CNE no pareciera estar dispuesto a suspender los efectos del acto de proclamación de Maduro como Presidente, el problema planteado por Capriles es político y las soluciones deben ser políticas, sin que ello implique el abandono a la vía judicial, que también procede claro está, en paralelo.

Ahora ¿Cuál es el hecho político relevante, mas allá de determinar cual es el bastión que tiene 2% de ventaja sobre el otro?

Para mí es el mismo que ya hemos venido narrando desde el proceso electoral del 7-O y no es otro que LA UNIDAD representada por Capriles se ha convertido en una masa potente y organizada que ya no puede seguir siendo abusada a discreción por una minoría revolucionaria espuria que aspira desconocer al otro y desconocer el principio constitucional de representación proporcional que narramos antes. Como bien anunció Julio Borges, aún cuando Nicolás Maduro haya pretendido tergiversarlo, el tiempo de la revolución abusiva y excluyente murió con el Presidente Chávez (qepd).

Así como la oposición tuvo que “calarse” el advenimiento de una revolución de los excluidos de la IV que abusó de su mayoría y se desdibujó en el proceso por la infección del socialismo a la cubana que dio al traste con la democracia social, participativa y protagónica que nos auto determinamos en el 2000, a los revolucionarios de la V les toca reconocer que su pobre ejecución ha venido provocando la organización depurada de una oposición que llama a una verdadera dialéctica democrática para el beneficio de todos.

¿Somos hermanos y no lo sabíamos? Bueno, esta es la oportunidad de Capriles y Maduro para ganarse sus charreteras políticas y abrir espacios de comunicación, diálogo, representación y reconocimientos recíprocos que den pié a la reconciliación que todos queremos en lugar del conflicto fratricida que todos tememos tan cerca.

Son muchas las oportunidades para el reconocimiento recíproco. Desde empezar por un acuerdo para designar los miembros del CNE y depurar los procesos electorales, pasando por consensos para la elección de funcionarios como El Contralor, los Magistrados de TSJ y otros que requieren del voto calificado y no la mayoría simple de Aristóbulo y demás radicales, hasta incluso lograr la participación de la oposición en una gestión de gobierno central consensuada.

Esa Venezuela posible y de consenso de disidentes puede convertir la Cacerola que parece mas bien arma blanca en la depositaria de la verdadera fiesta democrática que todos aspiran. Si fallan, se contarán las víctimas otra vez!!!!

José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com
democraciatuya@gmail.com

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