miércoles, 10 de abril de 2013

Un Discurso que cambió el curso de una campaña invita a un cierre de oro


El discurso de Henrique Capriles para cerrar la campaña en Caracas puede haber cambiado el destino y el futuro de los venezolanos. No tanto por la agresividad que mostró, sino por su asertividad y ejecución disciplinada que demuestra la presencia de “buenos asesores” de su lado y la capacidad de aprendizaje del candidato, y que ratifica que su camino de progreso es la mejor propuesta electoral sobre la mesa de los venezolanos. Pero para ganar, Capriles tiene que saber cerrar.

Y para ser franco, irónicamente ha sido Maduro quien mas ha ayudado a la causa de Capriles. Con el peso enorme que significa cargar sobre sí la memoria del Comandante, junto al hecho claro y evidente que Maduro NO ES Chávez y los discursos sosos y torpes plagados de errores e imprecisiones producto de la inexperiencia, Maduro no ha sido capaz de levantar el entusiasmo y la emoción del verbo encendido del Comandante fallecido. Ni siquiera con la asistencia en tarima de arlequines profesionales Maduro ha podido evitar los efectos de sus propias torpezas, lo que demuestra que un buen libreto – como el de Chávez y su revolución bolivariana – puede ser un total desastre en manos de un actor torpe y maluco impuesto mas por la sobrevivencia política que por la voluntad popular revolucionaria que con gran angustia responde confundida a sus mensajes.

Capriles en cambio está viviendo un buen momento; es el segundo aire del deportista en una competencia que por mas crucial no le exige tanto como las anteriores, precisamente por la poca calidad del contrario. Capriles es como un boxeador profesional que de repente tiene enfrentar a un boxeador aficionado. Hace el trabajo pero se siente mucho mas cómodo que en refriegas anteriores, no solo por su talento sino por la inexperiencia del contrario a quien vapulea al punto que comienza a sentir hasta lástima por él.

Lo malo es que Capriles tiene que noquearlo y que le cuenten diez, porque es la única forma de ganar porque los árbitros no verán otra cosa.

Aprovechándose de la respuesta emotiva y multitudinaria de una oposición reactivada por la fuerza y valentía mostrada por su candidato y animada por la pléyade de pajaritos preñados del contrario y su candidato, que no convence sino insulta, amenaza y hasta maldice a los suyos si osan no votar por él, fueron varias las oportunidades que Capriles utilizó el domingo pasado para dar golpes mediáticos a su contrario, llamándolo Nicolás a secas, además de falso, mentiroso, dormilón, vago, incompetente, incluso asociándolo con la corrupción asociada a Ramírez y compañía y hasta metiéndose con su compañera sentimental, cosa que Capriles no haría en condiciones normales pero la velocidad mediática de la campaña le obliga a ser muy pragmático en la ejecución en tarima y de mítines políticos que serán la única oportunidad de enviar mensajes al elector.

Tan efectivo como los ataques fueron los mensajes de Capriles el domingo pasado.

Un discurso bien ordenado, lleno de mensajes positivos para preparar la crítica al régimen actual por la vía del contraste, seguidos de una serie de mensajes llenos de imágenes negativas fáciles de asociar con el régimen actual para contrastarlas con sus propuestas, trajeron a mi recuerdo los interminables mensajes de Chávez en Aló presidente donde utilizó la misma técnica pero con los fines perversos de llenar la mente de los venezolanos de falsas ideas y sentimientos de conflicto racial, de clases y demás perversiones que tiene a nuestro gentilicio dividido y en franca dificultad para la reconciliación.

El mensaje mas poderoso de Capriles vino cuando el domingo invitó a que cada uno de los oyentes pensara sobre su situación actual, obviamente deteriorada, asociándola con la ejecutoria de gobierno de los últimos 100 días que deslinda a Maduro de Chávez y del chavismo revolucionario y lo ubica exactamente donde se encuentra, de la mano de grandes corruptos y oportunistas que solo cuidan sus posiciones de poder.

Y todo el mundo entendió.

Particularmente Maduro y Diosdado, quienes han dedicado buena parte de la semana a inventar y develar patrañas y golpes bajos que los ubican de espalda a las cuerdas ante la imposibilidad de asestar “uno bueno a la quijada”.

Lo mas triste de la jornada dominical fue el día siguiente, cuando por casualidad me encontré en franca conversación con un grupo de trabajadores y pude ver en sus ojos la angustia y el temor de quien depende del liderazgo político como los niños dependen de sus padres. Pude ver su realidad de desamparo en la conclusión lógica de manifestar su voto eventual a Capriles o su repudio abstinente a Maduro, en la sensación de inseguridad y la dualidad emocional que significa creer que con ello abandonan a su Comandante en lugar de procurarse bienestar.

Capriles puede ganar, es cierto, pero tiene que estar muy claro en que solo logrará la presidencia con el apoyo adicional del chavista auténtico y huérfano, que ama a su Comandante y que ha visto en Maduro el pisoteo del mensaje revolucionario del Comandante y las pocas posibilidades con un candidato que No es Chávez y que no los representa.

Capriles tiene que ser pues muy cuidadoso y respetuoso en esta hora crucial de fin de campaña. Para ganar se necesita un mensaje final y contundente de inclusión y de comunicar que la mejor oportunidad de mantener los logros y conquistas de la revolución bolivariana es justamente evitando que quienes se apoderaron del poder para ellos lo continúen haciendo de la manera perversa que ya mostraron en estos 100 días de gobierno provisional.

Si lo logra, el cierre en Barquisimeto será el inició de un gran porvenir.

Que así sea…

José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com
democraciatuya@gmail.com

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