El discurso de Henrique Capriles para cerrar la campaña en Caracas
puede haber cambiado el destino y el futuro de los venezolanos. No tanto por la
agresividad que mostró, sino por su asertividad y ejecución disciplinada que
demuestra la presencia de “buenos asesores” de su lado y la capacidad de
aprendizaje del candidato, y que ratifica que su camino de progreso es la mejor
propuesta electoral sobre la mesa de los venezolanos. Pero para ganar, Capriles
tiene que saber cerrar.
Y para ser franco, irónicamente ha sido Maduro quien mas ha ayudado
a la causa de Capriles. Con el peso enorme que significa cargar sobre sí la
memoria del Comandante, junto al hecho claro y evidente que Maduro NO ES Chávez
y los discursos sosos y torpes plagados de errores e imprecisiones producto de
la inexperiencia, Maduro no ha sido capaz de levantar el entusiasmo y la
emoción del verbo encendido del Comandante fallecido. Ni siquiera con la asistencia
en tarima de arlequines profesionales Maduro ha podido evitar los efectos de
sus propias torpezas, lo que demuestra que un buen libreto – como el de Chávez
y su revolución bolivariana – puede ser un total desastre en manos de un actor
torpe y maluco impuesto mas por la sobrevivencia política que por la voluntad
popular revolucionaria que con gran angustia responde confundida a sus mensajes.
Capriles en cambio está viviendo un buen momento; es el segundo
aire del deportista en una competencia que por mas crucial no le exige tanto
como las anteriores, precisamente por la poca calidad del contrario. Capriles es
como un boxeador profesional que de repente tiene enfrentar a un boxeador
aficionado. Hace el trabajo pero se siente mucho mas cómodo que en refriegas
anteriores, no solo por su talento sino por la inexperiencia del contrario a
quien vapulea al punto que comienza a sentir hasta lástima por él.
Lo malo es que Capriles tiene que noquearlo y que le cuenten diez,
porque es la única forma de ganar porque los árbitros no verán otra cosa.
Aprovechándose de la respuesta emotiva y multitudinaria de una
oposición reactivada por la fuerza y valentía mostrada por su candidato y
animada por la pléyade de pajaritos preñados del contrario y su candidato, que
no convence sino insulta, amenaza y hasta maldice a los suyos si osan no votar
por él, fueron varias las oportunidades que Capriles utilizó el domingo pasado para
dar golpes mediáticos a su contrario, llamándolo Nicolás a secas, además de
falso, mentiroso, dormilón, vago, incompetente, incluso asociándolo con la
corrupción asociada a Ramírez y compañía y hasta metiéndose con su compañera
sentimental, cosa que Capriles no haría en condiciones normales pero la
velocidad mediática de la campaña le obliga a ser muy pragmático en la
ejecución en tarima y de mítines políticos que serán la única oportunidad de
enviar mensajes al elector.
Tan efectivo como los ataques fueron los mensajes de Capriles el
domingo pasado.
Un discurso bien ordenado, lleno de mensajes positivos para
preparar la crítica al régimen actual por la vía del contraste, seguidos de una
serie de mensajes llenos de imágenes negativas fáciles de asociar con el
régimen actual para contrastarlas con sus propuestas, trajeron a mi recuerdo
los interminables mensajes de Chávez en Aló presidente donde utilizó la misma
técnica pero con los fines perversos de llenar la mente de los venezolanos de falsas
ideas y sentimientos de conflicto racial, de clases y demás perversiones que
tiene a nuestro gentilicio dividido y en franca dificultad para la
reconciliación.
El mensaje mas poderoso de Capriles vino cuando el domingo invitó
a que cada uno de los oyentes pensara sobre su situación actual, obviamente
deteriorada, asociándola con la ejecutoria de gobierno de los últimos 100 días
que deslinda a Maduro de Chávez y del chavismo revolucionario y lo ubica
exactamente donde se encuentra, de la mano de grandes corruptos y oportunistas
que solo cuidan sus posiciones de poder.
Y todo el mundo entendió.
Particularmente Maduro y Diosdado, quienes han dedicado buena
parte de la semana a inventar y develar patrañas y golpes bajos que los ubican
de espalda a las cuerdas ante la imposibilidad de asestar “uno bueno a la
quijada”.
Lo mas triste de la jornada dominical fue el día siguiente, cuando
por casualidad me encontré en franca conversación con un grupo de trabajadores y
pude ver en sus ojos la angustia y el temor de quien depende del liderazgo
político como los niños dependen de sus padres. Pude ver su realidad de
desamparo en la conclusión lógica de manifestar su voto eventual a Capriles o
su repudio abstinente a Maduro, en la sensación de inseguridad y la dualidad
emocional que significa creer que con ello abandonan a su Comandante en lugar
de procurarse bienestar.
Capriles puede ganar, es cierto, pero tiene que estar muy claro en
que solo logrará la presidencia con el apoyo adicional del chavista auténtico y
huérfano, que ama a su Comandante y que ha visto en Maduro el pisoteo del mensaje
revolucionario del Comandante y las pocas posibilidades con un candidato que No
es Chávez y que no los representa.
Capriles tiene que ser pues muy cuidadoso y respetuoso en esta
hora crucial de fin de campaña. Para ganar se necesita un mensaje final y
contundente de inclusión y de comunicar que la mejor oportunidad de mantener
los logros y conquistas de la revolución bolivariana es justamente evitando que
quienes se apoderaron del poder para ellos lo continúen haciendo de la manera
perversa que ya mostraron en estos 100 días de gobierno provisional.
Si lo logra, el cierre en Barquisimeto será el inició de un gran porvenir.
Que así sea…
José Andrés Ponce
Democracia Integral
http://www.democraciaintegral.blogspot.com
democraciatuya@gmail.com
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